Cumbre de Cádiz
Ante el pórtico de Semana Santa que se nos presenta no podríamos entrar con mejor sabor que el sentir de los españoles cuando días atrás hemos saboreado la Cumbre Iberoamericana de Santo Domingo y ahora, en esta semana, el IX Congreso de la Lengua Española en Cádiz. Quince días de alegrías con nuestros primos hermanos de Iberoamérica y, todo ello, con nuestro Felipe VI enarbolando la bandera. La Corona Española, que sepamos, es querida y respetada y ello lo saben los pedigüeños del Gobierno Español que le acompañan.
Una vez más, el Jefe del Estado Español ha demostrado su valía en Cádiz cuando ha dejado claro y demostrado su compromiso con nuestra lengua entre los diferentes pueblos hispanohablantes, justo lo contrario de los chiquilicuatres que andan por la Moncloa. Para los cada día más incultos, gracias a los diversos ministros de Educación, es el acontecimiento más relevante de nuestro idioma. No nos olvidemos que nos situamos ante una gran potencia lingüística a nivel universal. Estamos ante una hora magna del español con todas sus voces, giros y matices que tanto enriquecen a nuestro querido país. Su universalidad ha convertido a nuestro idioma en una herramienta de conocimiento global y vertebración supranacional.
¿Qué debería ser en pleno siglo XXI nuestra lengua? ¿Qué camino tomar? El español sigue siendo una lengua en crecimiento desde el siglo XVI, y con el paso de los años no ha dejado de extenderse. Que el español se convierta, como lo es, en una de las dos grandes lenguas de comunicación internacional debe seguir siendo el reto. Existe mucho camino andado: peso demográfico, homogeneidad lingüística y el que se trate de una gran lengua de cultura contribuyen a alcanzar los grandes objetivos que se vienen hablando estos días en Cádiz.
La importancia decisiva de Iberoamérica no hemos de olvidarla. Ahí viven nueve de cada diez hispanohablantes. Por ello, la consolidación de la democracia, el desarrollo económico y la apertura de mercados de las naciones iberoamericanas son claves para la expansión de nuestro español en el mundo, y de manera especial en la sociedad de la información. La mejor estrategia posible pasa así por la colaboración de la veintena de países hispanohablantes en todos los campos. Sin duda: ni un paso sin Iberoamérica.
Podríamos sumar otro gran requisito: la salida al exterior de las industrias culturales. El Instituto Cervantes de San Paulo (Brasil), tras la entrada en vigor de Mercosur y el extraordinario aumento de las relaciones comerciales con España, sin duda, seguirá aumentando también el español en Brasil. Centros privados y públicos tienen las aulas repletas de niños , jóvenes y adultos, hasta el punto de que el nombre de lengua española se ha encaramado a lo más alto de los carteles anunciadores de cursos de idiomas utilizándose como gancho publicitario para animar a la inscripción en cursos de otras lenguas extranjeras.
Las lenguas, como las culturas ¿quién establece sus límites? Son permeables, se complementan y se suman, nunca se restan: he ahí una de las formidables características de la lengua española. La emergente presencia del español en el mundo, el pulso creativo de escritores, cineastas, dramaturgos y demás autores, la labor coordinada de las Academias Cervantes son sólo algunos ejemplos, subrayando el dinamismo del idioma y pulverizando el mito de la lengua como expresión del ser nacional.
De ahí, el deslumbramiento hacia nuestro idioma y hacia sus diversos enclaves abiertos a la realidad y a la creación, ya sea ésta literaria, dramática o cinematográfica. Un inmenso mar de múltiples contornos, un jardín infinito de extraordinarios y enigmáticos senderos que se bifurcan hasta el horizonte, sin fin. Así vemos el siglo XXI de nuestra lengua española y, Cádiz sigue estando ahí, como faro universal de todo lo que lleva en sus fueros internos . Bienvenido sea todo aquello que siga engrandeciendo la valía de nuestro país, aunque algunos estén enzarzados en menospreciar todo la riqueza que poseemos.
¡Feliz Semana Santa 2023!