ETA perderá las elecciones en 2023
Llevo muchos días diciendo, que estamos ante la campaña política más inútil que este país ha vivido en toda su historia. Primero porque nos enfrentamos a las elecciones más claras respecto de lo que va a pasar, situación extraña en lo que se refiere a los españoles, en el que la cultura electoral es una de las asignaturas pendientes de la ciudadanía.
Lo que quiero transmitir a quien le interese, es que la sorpresa que en comicios anteriores podríamos esperar del voto automático, ese que se reproduce sistemáticamente década tras década y que quien lo autoriza jamás se preguntó el porqué del mismo, no va a estar en estas elecciones. ¿Por qué? Porque la campaña se amortizó con la inclusión de criminales confesos y condenados en las listas electorales y que las instituciones han hecho legal. En este país, esto es algo tan serio, que lo que el poder ha consentido es que, ese juicio en el que se tomarán decisiones se traslade a la calle. Y no tengamos dudas de que la calle condenará a través de la negación del voto a ciertas siglas políticas.
Y atención a lo que he dicho, ya que me he referido a negación del voto, sin entrar en el problema que el desconocimiento del futuro político a través de lo que implica el equivocarse con el voto, repercute en el propio elector.
La organización criminal vasca pretende dirigir el futuro de los españoles que a su vez asesinó. Esta situación no se ha vivido en ningún sitio y en ningún momento de la historia. Si bien es cierto que por imposición puede haber gobernado quien antes ha matado, jamás hemos habilitado mediante elecciones a alguien que venía de hacerlo. Hitler gobernó tras ganar en unas votaciones, pero no venía de matar alemanes.
No es el momento de criticar a Pedro Sánchez, en el que muchos vuelcan sus odios. No estamos ante el derecho de acudir en masa a derrocar a ningún gobierno central. No es el momento ni es legal. Eso ahora no importa. Y aunque llegará ese momento, en el que a finales de año y a través de otras elecciones volveremos a ser juez y parte con nuestro voto, ahora toca lo que toca, que no es otra cosa que contar muertos y contar votos.
Sé que voy por un camino complicado, pero fácil de entender en cuanto exprese mi opinión. Mi parecer pasa por comprender que cualquiera que defienda siglas que perpetúen asesinos en nuestra asambleas y parlamentos, no merecen nuestro respeto, ni por supuesto nuestro voto. ¿Y entonces que hay que votar? Está muy claro que siempre a la oposición, entendiendo que esto es un texto que escribo porque me da la gana y con el que no pretendo nada más que hacer la guerra al terrorismo. Tengo que confesar que cuando el domingo por la noche terminemos de contar votos, serán las primeras elecciones de mi historia que me importe realmente la cantidad de votos con el que honremos a cada uno de los muertos que por culpa del amonal o 9 mm parebellum tuvimos que enterrar, algunos muy cercanos.
Amortizada. La campaña política está amortizada y ha sido la campaña más aburrida a la que hemos podido asistir. Esto no va de izquierdas ni de derechas, hoy no tenemos que posicionarnos ni arriba ni abajo. Los puntos cardinales dan exactamente igual y solo hay que erradicar el color rojo que tiene la sangre del terrorismo. ¿Rojo?