¿Dónde quedaron las promesas de Sánchez?
La última semana de esta infernal campaña que culminó el viernes pasará a la historia. Y lo hará, no sólo porque al PSOE se le hayan ido por el sumidero toda su ristra de promesas de mercado persa con dinero ajeno, sino porque dos asuntos tan sensibles como antidemocráticos van a dejar al secretario socialista y presidente del Gobierno a los pies de los caballos. Pedro Sánchez ha querido que estas elecciones municipales y autonómicas fueran un plebiscito sobre su gestión e incluso sobre su persona y veremos quien paga los platos rotos, si como auguran las encuestas más prestigiosas el mapa se tiñe de azul en lugares emblemáticos para el socialismo.
Primero fue la inclusión de terroristas y asesinos en las listas de Bildu, socios del gobierno durante toda la legislatura y en leyes de calado, y después los descubrimientos de distintos asuntos turbios que se han ido esparciendo como un tsunami como la compra de votos, un secuestro y hasta la renuncia de un candidato socialista en Valencia por su pertenencia a la banda latina Latin King. Una campaña que ya era anómala por la insistencia de Sánchez de hacer de sus mítines consejos de ministros, confundiendo gobierno y partido, ha acabado nublado las promesas de miles de millones para pensionistas, sanidad y vivienda, principalmente. Dónde quedaron los miles y miles de pisos que el gobierno iba a construir para rebajar los precios, las decenas de millones para la atención primaria o la salud mental o las entradas de cine a 2 euros para los mayores.
Candidatos para pagar los platos rotos hay y no será por supuesto el presidente a pesar de su protagonismo, su falta de celo democrático y su intento de hacernos creer que todo va como un tiro, que somos la locomotora de la economía europea y que la Comisión Europea avala su gestión. Muy al contrario, España sigue siendo campeón del paro y de la deuda. Nada menos que 300.000 millones de euros más que hace 4 años. Además, la inseguridad jurídica derivada de la diarrea legislativa y de leyes dañinas como la de Vivienda, están ahuyentando inversiones, riqueza y puestos de trabajo. Y, lo peor, aún le queda tiempo a Sánchez para empeorarlo, si durante los próximos meses, hasta la celebración de las elecciones generales, sigue por el mismo camino. Más, si sale muy herido de las elecciones de este domingo.