Eduardo García Serrano.- No participo de la alegría electoral de los vencedores, aunque sí me colma de gozo ver y oír a los despojos socialcomunistas desollados en las urnas y a la cuchipandi de tolilis progrecentristas de C,s hacerse la autopsia entre mohínes y pucheros, derramando lágrimas por el chollo perdido; que retornen todos al patio del cole y al plumier infantil que los idiotizó buscando el unicornio del centro. Que les den por retambufa a todos: al rojerío por canallas y a los cretinitos del epicentro del centro por su estúpida y tibia altiveza, presuntuosamente equidistante.

No participo en la verbena de los vencedores porque sus huestes electorales van a ser traicionadas… una vez más. Están siendo traicionadas ya. Mientras festejan y descorchan después de haberle dado una patente de corso al PP, que para sí hubiera querido Sir Francis Drake, Feijóo anda ya barajando y marcando los naipes por debajo del tapete para repartirse el poder con las cucarachas del PSOE que han sobrevivido a la hecatombe del 28 de mayo, y con los sapos del PNV que han sido devorados por sus hijoputas de ETA y que ahora huyen de Bildu tanto como del PSOE. Perdidas definitivamente Vascongadas y Navarra, al padre de Caín sólo le queda el PP que, aunque en la aldea de Euskal Herria pinta menos que la Tomasa en los títeres, en el resto de España lo pinta todo y, según los druidas demoscópicos, a partir del 23 de julio va a pintar aún más. Y todos sabemos, hasta en el PP lo saben, aunque les importe una higa, que el negocio de los sapos del PNV no es el ectoplasma de Euskal Herria sino la putaespaña, que es el cofre de El Dorado y la llave del Cupo Vasco, en virtud del cual los vascos no aportan nada a la putaespaña mientras lo reciben todo de la putaespaña, incluidos los sueldos de los sapos del PNV y de sus hijoputas de ETA. Por supuesto.

En esas anda Feijóo, blindado con la patente de corso que su oferente masa de maniobra electoral le acaba de otorgar, con sus naipes marcados y sus dados escorados. En esas anda Feijóo, como ya anduvieron sus padrinos Aznar y Rajoy, mientras sus votantes, que ya están siendo traicionados, creen, ¡pobrecillos!, que en España empieza a amanecer.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            ÑTV España