Don Alvarone y la trampa retardada
La Fiscalía General del Estado es el terreno de juego que mejor muestra la ejecutoria del sanchismo. O uno de los mejores, que mientras escribo esto se me ocurren muchos otros. La falta absoluta de vergüenza y escrúpulos llevó al presidente del Gobierno a nombrar fiscal general a una individua que escasos días antes había estado pidiendo el voto en diversos mítines para el Partido Socialista y que había desempeñado el cargo de ministra de Justicia en su gabinete. Sé que la Fiscalía depende del Gobierno, pero también que hay que mantener una cierta pulcritud o disimulo en el nombramiento del cargo: ningún gobierno coloca en ese puesto a un enemigo, pero ninguno coloca a alguien de evidencia tan parcial. Esa misma fiscal seleccionó para su sucesión a Álvaro García, actual fiscal general, que en un tuya-mía descarado la propone en sus últimos días de mandato, a su vez, para ocupar la Fiscalía de la Memoria Histórica, y lo hace a toda prisa antes de que la convocatoria de elecciones le chafe la intención. Ella, Dolores Delgado, es pareja de Baltasar Garzón, el exjuez que dedica sus esfuerzos, entre otros, a temas relacionados con el engendro memorístico, lo cual le produce los legítimos beneficios. Al sanchismo le importa muy poco la pulcritud esencial que debiera contemplarse en este dedazo de urgencia antes del pitido final: ni es la ideal para el cargo ni es el momento de hacer ese nombramiento, so pena de que lo que se pretenda es dejar una trampa colocada por si a la vuelta de julio se han perdido las elecciones. Si la nombró fiscal general habiendo sido antes ministra de Justicia, no tiene ningún escrúpulo, está claro, para nombrarla ahora fiscal de la Memoria, ese chiringuito sectario que vamos a ver si el PP, en caso de ganar las elecciones, es capaz de desmontar (Rajoy no lo hizo).
El nombramiento lo tendrá que hacer, eso sí, en contra del criterio del Consejo Fiscal. Salvo unos cuantos estómagos agradecidos, los fiscales han sido contrarios a esta jugada y ayer se lo expusieron así a Alvaro García, ‘Don Alvarone’, en una reunión que no debió de ser excesivamente agradable. El Consejo referido es meramente consultivo y no implica que sus indicaciones deban ser seguidas al pie de la letra, pero éstas permiten mostrar el estado de ánimo de un grupo capital del engranaje de la Justicia. Ni es idónea ni es el momento, vinieron a decir, y si Alvarone persiste en su nombramiento debería dimitir. Evidentemente ni va a dimitir ni a dejar de nombrarla: Delgado será la encargada de tramitar los varios aspectos que cubre la Ley de Memoria Histórica mientras ese bodrio realizado a pachas entre el sanchismo y Bildu esté en vigor. Derogada la ley, derogado el cargo, eso sí. Pero para eso antes hay que ganar las elecciones y maniobrar con margen para poder gobernar: nadie dude de que si a Sánchez le cuadra un nuevo Frankenstein le importará muy poco que la lista más votada haya sido otra. Así que ya saben.