Calviño, el salvavidas de Sánchez
La vicepresidenta primera y ministra de Economía se ha convertido por orden de Pedro Sánchez en su salvavidas. Nadia Calviño no es del PSOE, ni va en las listas electorales del 23-J y, sin embargo, da ruedas de prensa en la sede socialista de Ferraz y quiere protagonizar debates económicos con Feijóo o quien el PP designe. Parece que lo de agitar el espantajo de la extrema derecha y la derecha extrema no funciona y ahora es la economía la baza que quiere utilizar el actual presidente del Gobierno para dar la vuelta a las encuestas, que se empeñan en dar una considerable ventaja al centro derecha.
Precisamente Calviño que, a pesar de asegurar lo buena persona que es Sánchez, lo bien que se trabaja con él y mostrarse dispuesta a seguir a su lado si se la necesita después de las elecciones, se sabe que se está trabajando un puesto en el Banco Europeo de Inversiones o incluso la vuelta a su anterior trabajo en Bruselas. A la vicepresidenta se le está poniendo cara de Solbes, quien también llegó al gobierno de Zapatero para darle una patina de seriedad, pero que acabó como su predecesora dejando la economía del país como unos zorros y mintiendo como un bellaco en el ya famosa debate con Manuel Pizarro. Todo iba de maravilla, hasta que, como habían anunciado los llamados catastrofistas, la tramoya se vino abajo y el paro, la deuda y el déficit se llevaron por delante a un gobierno que hizo los mayores recortes de la democracia, bajó el sueldo a los funcionarios y congeló las pensiones.
Ahora Sánchez, parece que animado por el gurú Zapatero y otros empresarios de la comunicación, ha decidido no sólo adelantar las elecciones sino repetir el esquema de sacar a Calviño a propagar lo bien lo que va la economía. Volvemos a estar en la Champion League del crecimiento, del empleo de calidad, de la menor inflación, de todas y cada una de las medidas de apoyo social que se han tomado, lo bien que han gestionado los fondos europeos, etc. En fin, el mismo perro con distinto collar en la idea de que los españoles olvidan con facilidad y con unos cuantos caramelos y datos retorcidos convenientemente van a tragar y por arte de la magia de Calviño van a revertir las encuestas.
Cada uno, como hicieron Solbes y Salgado, es libre de suicidarse políticamente como quiera, pero estoy convencida de que como pasó entonces, Calviño no salvará a Sánchez. A lo mejor dentro de 10 años, como hizo Pedro Solbes, la funcionaria de Bruselas nos cuenta en un libro que mintió descaradamente a los españoles para intentar salvar los muebles. Quizás.