¿Las vacunas podrían estar relacionadas con el aumento de autismo en EE. UU.?
La sorprendente declaración se produce en el momento en que se diagnostica autismo a un 5% de las personas menores de 40 años en Estados Unidos, lo que supone un fuerte aumento en comparación con los últimos años.
A pesar de que hay prácticas pediátricas en Estados Unidos que reportan que no hay ningún niño con autismo, los científicos se niegan a estudiar qué “buenas prácticas” están llevando a cabo estos grupos para mejorar la salud de sus hijos.
Si los CDC (Centros para el Control y prevención de enfermedades), la FDA (Food and Drug Administration, por sus siglas en inglés, agencia gubernamental responsable de la regulación de alimentos, medicamentos médicos y biológicos -incluyendo derivados sanguíneos- y vacunas) y los NIH (Institutos Nacionales de Salud) adoptaran y fomentaran estas mejores prácticas, Estados Unidos podría ser la nación más sana del planeta y las tasas de autismo descenderían a niveles insignificantes.
Según el investigador médico Steve Kirsch, entre las razones por las que no hay estudios que examinen estas mejores prácticas se incluyen:
- Casi nadie sabe que estas prácticas existen y quiénes son (los que las aplican). Mantienen un perfil bajo. De lo contrario, las autoridades sanitarias las clausurarían.
- Una estrategia clave común utilizada en estas prácticas es evitar por completo la vacunación y evitar por completo el uso de paracetamol. Las compañías farmacéuticas no permitirían que se publicara un estudio como éste. La revista (científica, que legitima los trabajos de investigación) tampoco lo creería, por ser tan contrario a la narrativa (impuesta dominante).
- Otra estrategia clave es que si se administra una vacuna, se haga de una en una en lugar de varias vacunas a la vez. Si admitieran esto, la credibilidad de los CDC se vendría abajo.
- Los resultados clínicos no tienen importancia si no se sigue la narrativa.
- Si se supiera que los CDC, la FDA y los NIH han estado dando consejos que enfermaron crónicamente a los estadounidenses, se mancharía su reputación y nadie confiaría en ellos en el futuro.
Steve Kirsch escribe: El 19 de mayo de 2023, hice una encuesta entre los padres que describieron los problemas de salud de sus hijos. Los datos mostraron una enorme señal de que las vacunas en general aumentan la probabilidad de varias enfermedades crónicas, incluyendo el autismo. Para el autismo, el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), las alergias alimentarias, etc. era una señal multiplicada por 5; para las enfermedades autoinmunes, el riesgo se elevaba alrededor de 25 veces. Para más información sobre los resultados, consultar un artículo posterior.
Llamé a mi amigo el Dr. James Lyons-Weiler. James es un experto en autismo; leyó más de 2.000 artículos sobre autismo y escribió un libro muy valorado sobre el tema: Las causas ambientales y genéticas del autismo. Me dijo que, en el momento de escribir el libro, creía que si se pudieran eliminar las vacunas de EE.UU., la tasa de autismo se reduciría unas 4 veces. En otras palabras, las vacunas son el principal factor causante del autismo. Sabiendo lo que sabe ahora, habría rechazado todas las vacunas y nunca habría vacunado a sus hijos.
James también señaló que el uso de el uso de Tylenol (también conocido como acetaminofeno o paracetamol) cerca del momento de la vacunación aumenta significativamente la probabilidad de que un niño desarrolle autismo a causa de una vacuna.
Esto explica por qué las prácticas médicas que evitan la vacunación (combinadas con otras prácticas saludables) tienen tasas casi nulas de autismo (0 de cada 500 niños frente a unos 25 de cada 500 en la comunidad de su entorno). Se trata de un evento 5-sigma, lo que significa que, o bien la consulta tiene mucha suerte (mucho menos de 1 en 1 millón), o bien están haciendo algo bien.
El asombroso crecimiento del autismo
¿Ve el problema? La Ley de Lesiones por Vacunas se aprobó en 1986 para proteger a las compañías farmacéuticas de la responsabilidad.
Mire el gráfico. Y no es por la genética porque los genes no cambian tan rápido. Tampoco fue un cambio en la definición de autismo (que se hizo en las sucesivas versiones de los manuales de Diagnóstico de Salud Mental a partir de DSM-III-R), que (en el gráfico) se vería como una función escalonada y se nivelaría asintóticamente.
Esto es sólo en California:
Como puede verse, cuando disminuye el consumo de paracetamol, disminuyen las tasas de autismo:
La práctica pediátrica con resultados de salud “fuera de serie” evita el uso de todas las vacunas, las inyecciones de vitamina K y el paracetamol. Nada de paracetamol y punto. Nunca.
¿Por qué mi médico no me habló de esto?
Nunca se oye hablar de estas prácticas porque los médicos saben que si hablan de ello públicamente, les retirarán la licencia para ejercer la medicina de por vida.
Lo más asombroso que me ha contado James en nuestra llamada de hoy es que, después de escribir el libro, se puso en contacto con él uno de los científicos de más alto nivel en el campo del autismo, que le dijo directamente:
“Todos sabemos que las vacunas causan autismo. Sólo que no se nos permite hablar de ello”.
James me dijo que si se reuniera a los 100 científicos más importantes del autismo en una habitación y realizaran una encuesta que no pudiera ser rastreada hasta ellos sobre si las vacunas eran el principal factor causante del autismo, el voto sería 100% SÍ, o muy cercano a eso.
Conclusión: Ni a los médicos ni a los científicos se les permite cuestionar la narrativa (impuesta dominante). Esta es la razón por la que la sanidad está tan deteriorada hoy en día.