Partirse la cara por la humanidad o el surgimiento de un héroe
Por Pascual Uceda Piqueras.- Partirse la cara por alguien es una experiencia trascendente. En mi opinión, y según están las cosas –discúlpese la frivolidad— es lo más cerca que puede estarse hoy en día de la Divinidad.
Un español de bien –léase de ambos géneros naturales, así como del resto de constructos progres que deseen apuntarse, si es que lo desean— puede partirse la cara por sus padres, por sus hijos, por su pareja, por sus hermanos o por su mejor amigo; sin embargo, cuando en el buen uso de su conciencia decide partírsela por quien jamás ha conocido ni haya de conocer jamás, entonces, y solo entonces, debemos hablar de un héroe.
Porque, a alguien que ejerce hoy de hermano mayor de esta sociedad sutilmente infantilizada, a golpe de engaño y desdén, le han “partido la cara” por nosotros, enfrentándose, en combate desigual, al “chulo del barrio” que nos quiere a todos bien esclavizados; a ese mismo que responde al alias de NOM.
¿No se habían enterado? Este héroe de nuestro tiempo se llama D. Manuel Jesús Rodríguez, a la sazón, médico forense que ejerce en un hospital de Asturias. La causa de la inquina y persecución de la que es objeto, por parte de las bandas de camorristas a sueldo de las cloacas del Estado, es la denuncia que hizo (muy bien informada gracias a la experiencia de primera mano como forense) de todos aquellos que, por acción u omisión, permitieron el asesinato masivo o daños irreversibles a buena parte de la población; bien mediante la inoculación de sustancias nocivas, bajo el paraguas de una falsa vacuna contra un no menos ficticio virus del SARS-CoV-2, bien por la aplicación de unos protocolos de muerte (triaje de guerra, sedación, omisión consciente, etcétera).
Don Manuel Jesús, aprovechando un viaje de ocio a la isla de Menorca, fue cercado y acorralado por forajidos a sueldo del sheriff del lugar –léase, los cuerpos de seguridad del Estado corrupto—, que no dudaron en emplear todo tipo de artimañas para hacerse con su presa. Sin orden judicial para entrar en su domicilio, ni de arresto que los avalara, los caza recompensas se llevaron esposado a nuestro incansable defensor del género humano y, depositado como una alimaña en la parte trasera del vehículo policial, sufrió un trayecto inhumano al objeto de provocarle lesiones.
Vejado al límite en su orgullo como ser humano y completamente desamparado por la diosa de una Justicia convertida en oscura princesa de este mundo, se defendió como pudo ante la horda de uniformados que le tenían preso, y pudo salir ileso de un mortal estrangulamiento gracias a sus formidables condiciones físicas. ¿Increíble, verdad? Pues es completamente cierto, a pesar de que la noticia no haya trascendido a ningún medio de comunicación. “Nada nuevo bajo el sol”.
¡No miren para otro lado! Mañana podrían ser ustedes los estrangulados. No por tan excelsa causa, que sin duda les facultaría a ser elevados a los altares de la humanidad, sino por otras menos edificantes, absurdas y pueriles. ¿Recuerdan el esperpento representado en la pasada plandemia?: saltarse el toque de queda durante los encierros, traspasar el límite municipal para ir a visitar a un familiar, sacar a pasear al perro de plástico, correr sin mascarilla por el monte en solitario, conducir solo en el propio coche sin mascarilla, cometer la irresponsabilidad de asistir a nuestra madre en el hospital o dejar que comparecieran más de diez personas al funeral de un hermano.
¡Así es! ¡Abran los ojos! Porque esto está sucediendo delante de nuestras propias narices. ¡Voten, voten! y celebren ese día de los Reyes Magos que nos tienen prometido en pleno mes de Julio; pero no con roscón y chocolate, como sería preceptivo en tan ilusionante jornada, sino con aquello que nos tienen preparado y se cría en las cloacas de un Estado tan podrido como aquellos que quisieron partirle la cara a nuestro respetado y querido hermano mayor.
*Filólogo, especialista en Cervantes y escritor
España mejora por horas, sigan participando el 23 J, y vayan a ser cómplices de la destrucción de la nación española.
Una de las formas moralmente admisibles de acabar con este regimen partitocratico, que solo hace politica menor y para unos cuantos, es dejar de votar, entre otras cosas porque la ley electoral nunca se cumple, los votos y actas los tienen que contar los juzgados provinciales, no una empresa contratada por el gobierno. Y esta estafa en el recuento de votos no la denuncia ningun partido.
No se puede votar en un estado corrupto como este en el cual todos los partidos son iguales con distintos colores o collares. un engaño mas.
Pero que hacer???? Quien hace algo???Por Dios ayudennos,no merecemos este final,es gente que no queremos conocer,ni conoceremos
Coincido punto por punto con el artículo,excelente opinión