Sánchez, ese canalla
Miles de españoles fueron perseguidos y asesinados por sus creencias en la España de la II República. De tanto como nuestros jóvenes han escuchado hablar acerca de la memoria histórica, les ha debido quedar la impresión de que aquellos republicanos eran la imagen rediviva de Blancanieves y Cenicienta en feliz consorcio. Nada de eso. Aquellos ‘angelitos’ asesinaron, torturaron, robaron, destrozaron, saquearon sin razón alguna a españoles que, sin haber tomado las armas, en expresión de fe y perdonando a sus enemigos, fueron brutalmente asesinados. Se persiguió a aquellos asesinos y a los salteadores de tumbas, y a eso se le llamó represión franquista. Hubo amnistía y solo los que tuviesen crímenes a su cargo tenían que temer. No veo lo de la represión por ninguna parte. Por mucho que el aún presidente-paleontólogo aumente su colección de huesos.
Poco queda añadir sobre esta pieza que ustedes no hayan sabido. Deja al país patas arriba y a la economía patas abajo, con cinco millones de españoles recorriendo a las ayudas sociales.
Sembró la nación de pobres morales y materiales, de sombras humanas con apego sólo al instinto; instaló telarañas mentales en los jóvenes; esterilizó la cultura poniéndola al servicio de sus innobles ideales; enfrentó a hijos contra padres, a españoles de una idea contra españoles de otra, a mujeres contra hombres; promocionó a la chusma y degradó a los excelentes; llenó nuestras calles de ilegales; fomentó el odio a los católicos; encenegó la enseñanza y el modelo tradicional de familia; manchó la memoria de su abuelo poniéndonos en la antesala de otro conflicto fratricida; alimentó con subvenciones a las peores hienas de la selva; hizo del ejército una opereta bufa dirigida por una modistilla; soterró los valores y principios que tuviesen algún interés trascendental; exaltó las peores taras del individuo en la telebasura al servicio de su partido; convirtió las instituciones democráticas en un lodazal de corrupción y en un avispero de ilegalidades; denigró las creencias de muchos para solaz de unos pocos; promocionó a políticas sin entrañas; confraternizó con los verdugos; se arrojó a los brazos de los nacionalistas sin alma; abonó el suelo español con fielmo de la peor calidad. Fue el protagonista de nuestras peores pesadillas, el dirigente grotesco que estrechó lazos con los líderes menos recomendables del mundo; el hazmerreír de Biden, el histrión de Mohamed VI y el tondo inútil de Macron. Ha sido una soga en nuestro gaznate a punto siempre de cumplir su letal función.
Mi duda es si España acaso no tuvo otra cosa que el presidente que se merecía.