El fangal europeo
Realmente, con llamarle “fangal” me he quedado corto: pocilga, adefesio o ciénaga entre otras es posible fuese más acertado, donde España, como estado miembro, sería la “reina de los mares”. Lo que llamamos Europa, hoy, abatida o deprimida, sin carácter, despiadada, deshumanizada medio anda con las cadenas presidiarias que se ha buscado. La moral y la honradez la perdió hace tiempo ya que ha renunciado a lo que profesaba y para más, adoran y profesan las vagas teorías del pobre Montesquieu entre otros. El hedonismo relativista les ha englobado de tal forma que populistas, socialistas, populares y gente de buen fondo han caído de lleno en sus largas garras y, miren por dónde, aún me quedo corto.
Cuando a una sociedad, a una civilización le desgarras por completo su cultura y su moral tengan por seguro que no se vende ni en los mercados vecinales que pululan por nuestros barrios. Hemos de sumarle el esqueleto propio que vertebraba a lo que llamamos “UE”, es decir, su ADN : filosofía, derecho romano, cristianismo, ciencia y democracia liberal. Toda una consistencia hecha fosfatina. Una Europa deprimida, desalmada, pues ha renunciado a ser quien ha sido y solo le queda un cuerpo inerte donde no vagan ni la sensatez, honradez o sentido común y, sí la pillería, los bolsillos, el lucimiento personal y la buena vida a costa del vecino.
En definitiva: deshumanizada. Aquí, en vez de abundar la hombría de bien y la solidaridad surgen por doquier las sombras de las cavernas repletas de telarañas. Ante los grandes problemas de la ciudadanía (respeto, honradez, agricultura, doble vida, viviendas sociales, solidaridad, mayores, prisiones, jóvenes tutelados, alimentación, industria, libertad de expresión y religiosa, inmigración y…tantas otras) nos enfrentamos a un populacho encorbato y plagado de aspavientos.
Así estamos y, la deshumanización de Europa, de cada estado miembro recibe su sangre correspondiente desde los canales de Bruselas. Pienso que me quedo corto, aunque para otros me haya pasado 20 pueblos. Las diversas causas de tales enfermedades, la etiología, es la absoluta renuncia a ser ella misma, fiel a sus principios y valores, a sus elementos constitutivos de su ser como civilización. El arte de lo justo y de lo bueno, la negación constante de las Humanidades y muchas más ninguneadas ha hecho que lleguemos a estos grandes y altos barrancos.
Un gran filósofo americano del que no hemos de olvidarnos, Tocqueville, ya lo anunciaba con tiempo. “la naturaleza del amo me importa menos que su existencia. La libertad consiste en la obediencia a la ley, pero no en el sometimiento a la voluntad de otros, aunque sean muchos. La ciencia pura es desdeñada en favor de la técnica y no importa el saber sino la utilidad. Así, la democracia liberal es suplantada por el populismo y la demagogia, por la acción directa, por la renuncia a convencer. Pero, sobre todo, el mal deriva del rechazo del cristianismo. Sin él, no hay Europa. Una Europa no cristiana es una contradicción en sus términos. Si alguno de ustedes opina que esto significa hacer del cristianismo la religión oficial de Europa o la negación de la libertad religiosa, sólo hemos de animarle a que recapacite un poco más. Pero la “muerte de Dios” sólo puede producir el servilismo y la deshumanización de toda persona.
Aceptar cargarse al hijo de tus entrañas, legalizar la eutanasia, la justificación de juguetear con embriones humanos, gestaciones subrogadas, la compraventa de la mujer es todo un esperpento, una degradación del ser humano. Toda una retahíla de luchar contra la vida, de buscar la muerte por encima de todo. Estamos ante la enfermedad mortal de Europa.
Todos los grupos del arco parlamentario español no se escapan de estos desaguisados y sabemos de buena tinta que ya, en Europa están surgiendo partidos políticos cristianos que defienden a espada todas las noblezas que se van perdiendo en el euro parlamento y más aún, cuando mucha caterva de populistas, independistas y nacionalistas ladean a los cuatro cristianos que andan por allí, no dan la cara por las iglesias francesas que se están plagando de fuego pero sí, de manera subliminar, por haber deshonrado al Corán en las puertas del parlamento sueco, tema que me parce nefasto y todo sea dicho de paso.
Es hora de reiniciar nuestros aparatos mentales y volver a considerar el desmadre al que estamos sometiéndonos y pensar si merece la pena hacer un borrado y cuenta nueva. En ustedes y en mí tenemos esa gratísima oportunidad. El Humanismo Cristiano sigue estando entre nosotros y todo es cuestión de volverlo a considerar.
Excelente artículo