Repensar la UE
Dirijan por un momento sus miradas al combinado de políticos que existen en el arco parlamentario europeo. Llama la atención, sobre todo, aquellos partidos españoles nacionalistas al igual que otros procedentes de estados miembros europeos, cuyo único afán es seccionar a la misma Europa y ello, sin duda, es una manzana caliente que existe en el centro nuclear de la que se cree es “el dulce manjar del continente occidental”.
Por otro lado, de tres años a hoy, las agencias de noticias diariamente no paran de sorprendernos y ponernos el alma en vilo con las distintas proposiciones que surgen de tal nido de águilas, águilas de calaña sin igual, no acertando con frecuencia en políticas que merezcan siquiera ni un aprobado, veamos por ejemplo el último desvarío de Bruselas para con la reunión de tan excelsa propaganda con el CELAC (Comunidad de Estados Americanos y Caribeños) que finalizaría más que magullada y “líbrese quien pueda”.
Los mundos nacionalistas y el cocinado sin sabor alguno de leyes dan la impresión que, se está sirviendo para hacernos la vida más difícil a todo quisque. El Partido Popular Europeo, el que desea ser el gran mesías europeo, con años de historia, con su combinado de relativismo y pragmatismo, sin valores ni principios, siguen presentándose como la bendita agua de mayo, como los activistas de criterio y del sentido común, pero sin visión amplia e ilusionante de un buen futuro y que podrían ser, sin duda, los mejores para administrar la herencia socialista tal como lo vemos por la España de hoy. De los Verdes mejor no hablar.
Las anteriores elecciones ante la UE, por el descontento generalizado, no llegaría al 60% de participación ante las primeras habidas que llegarían al 70% de la población. Sigue habiendo hambre hacia una democracia constitucional tradicional que no ha sabido cómo satisfacernos mientras otros, aprovechando tal vacío supieron sacar tajada. Lo que sí está claro que, a fecha de hoy, el Parlamento Europeo, al igual que el español sigue cojeando y ansiando otro tipo de políticas más cercanas a las personas sin pizca alguna de cualquier ideología que redunde en su vida familiar y en poseer mentes amplias para originar grandes puestos de trabajo y buenos miras hacia nuestros mayores y jóvenes.
Por mucho que las sirenas mediáticas tocaron a rebato ante las elecciones anteriores para alertar por esto o por aquello, las estimaciones consolidadas apuntaron y dieron lugar a que uno de cada cuatro votantes europeos, a fecha de antes y de ahora más, siguen desencantados por Bruselas y sus políticas sin pies ni cabeza. Me imagino que, tras el parón del verano, crucemos los dedos y que Sánchez, por alguna grieta nos haga una de las suyas.
En los casi cuatro años de la mafia europarlamentaria actual, “mamá Europa” ha hecho que los problemas que nos ha echado encima sean a fecha de hoy auténticos y demoníacos problemones. Repasemos por un momento: presas, agua, electricidad, viviendas, familias, agricultura, naturaleza, dignidad de las personas, justicia social y tantos otros que han sido desbancados y se alzan como la reina de los mares. Ahí tenemos la maldita Agenda 2030 que lleva a las familias al cabreo continuo, a la falta de esperanza y a no sentirse parte de los objetivos por lo que nacería la Unión Europea. Hace pocos meses pude estar en Francia hablando con un europarlamentario que no posee el aroma de lo que hoy se vende por aquellos lares, por pertenecer a un partido Humanista Cristiano, el cual me comentaba que no se le daban ni los buenos días.
Así está este avispero de Bruselas plagado de ilustrados y más aún cuando se enteren que en las próximas elecciones, más de veinte países iremos a las elecciones con la bandera de partidos Humanistas Cristianos, con ganas de hacernos ver, sin complejos y, con el único objetivo de buscar el bien común para las familias europeas que están hartas de tanta ideología que pretenden hacernos alimentar sí o sí. El Humanismo Cristiano observa también que una concepción uniformadora de la globalidad daña la vitalidad del sistema democrático, debilitando el contraste rico, fecundo y constructivo, de las organizaciones y de los partidos políticos entre sí. De esta manera se corre el riesgo de vivir en los reinos de las ideas, de la mera palabra, de la imagen, del sofisma…y se puede terminar por confundir la realidad de la democracia con un nuevo nominalismo político.
Para los que andamos preparando el inicio de la batalla europea en 15 días, entre otras muchas realidades es un reto en este momento histórico, evitando que su fuerza real, fuerza política expresiva de los pueblos, sea desplazada ante las presiones de intereses multinacionales no universales, que las hacen más débiles y las transforman en sistemas uniformadores de poder financiero al servicio de imperios desconocidos.
Con un pie en las posibles repeticiones de elecciones en la Región de Murcia y con el otro, en la primera semana de septiembre, donde se inicia oficialmente la precampaña de las europeas, con la mirada puesta en las elecciones de octubre en Polonia, un buen grupo de humanistas cristianos de España nos echamos al ruedo. Las puertas de entrada al euro parlamento las tenemos abiertas sabiendo a lo que nos enfrentamos. Narices no nos faltan y argumentos menos, pero sí llevamos en nuestros adentros una pieza artística de gran valor a la que deseamos potenciar: las mejores políticas públicas, las más sublimes sin duda, que sean dirigidas a nuestras familias europeas partiendo de la base que la dignidad que nos merecen merece la pena complicarse la vida.