Los «golpistas» Aznar y Yolanda Díaz
Jesús Rivasés.- Arthur Shopenhauer (1788-1860), notable filósofo del siglo XIX, combinaba el pesimismo –para algunos realismo– con un notable sentido del humor.
Autor de «El arte de tener razón», explicaba que «cada uno tiene el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa». Hoy escribiría lo mismo si escuchara a muchos políticos, tanto locales como foráneos.
Aznar, que nunca deja a nadie indiferente y unas veces es más oportuno que otras, ha enervado al sanchoyolandismo, con la vice Yolanda Díaz y la ministra Isabel Rodríguez a la cabeza, al reclamar una reacción –por cauces democráticos, dijo– contra la futurible amnistía a Puigdemont y compañía, que será el precio de una investidura tan legítima como esperpéntica.
Sánchez y sus aliados de Sumar, por alguna razón, están nerviosos y muy impacientes por volver a tomar posesión de las poltronas.
Quizá por eso, y por si hubiera una improbable repetición electoral, arremeten contra el PP con toda la munición disponible.
Los populares de Feijóo, por iniciativa propia o al rebufo de Aznar, anuncian una convocatoria contra el perdón y el olvido de los actos del huido de Waterloo y su tropa.
Nadie debería reprochárselo y menos los podemitas neonatos que rodearon el Congreso en tiempos de Rajoy, pero es una iniciativa de riesgo. Si Feijóo se cruza de brazos será acusado de inacción y si sugiere que moverá ficha es tildado de «golpista», como le ha ocurrido a Aznar. Yolanda Díaz no ha perdido el tiempo para decir: «¿Os imagináis en Francia, Italia o Alemania un expresidente que llame a la rebelión nacional?». Es la misma vicepresidenta –ahora en funciones– que el 15 de diciembre de 2021 le espetó, en sede parlamentaria, a Macarena Olona, entonces diputada de Vox: «les garantizo que ustedes nunca gobernarán este país y si lo hicieran iban a tener huelgas y movilizaciones masivas». El que se dirigiera a alguien de Vox no justifica sus palabras amenazantes, salvo que ella y su gente sí puedan utilizar todo contra sus adversarios.
Quizá no perciba que si Aznar es «golpista», entre comillas, ella habló en términos similares. Y es que la vice, que no consta que sea lectora del filósofo pesimista-humorista, debe tener esa «memoria mínima para lo que no le interesa» descrita por Schopenhauer.