Puigdemont se frota las manos y el PSOE llama a la calma tras la cita en Ginebra con el verificador
El PSOE y Junts mantuvieron ayer el absoluto secretismo que han impuesto en torno a la mesa de diálogo que pusieron en marcha el sábado en Ginebra. Ambas partes guardaron silencio sobre la cita suiza, pero sí replicaron a las críticas del PP. De entrada, los de Puigdemont se frotan las manos pues consideran que han conseguido buena parte de lo que buscaban: negociar en Suiza, fuera de la UE y en un país neutral una salida a la cuestión catalana, con mediación internacional de un dirigente reconocido.
En el independentismo no hay consenso sobre si el diplomático salvadoreño Francisco Galindo Vélez es un experto solo en cuestiones relacionadas con los exiliados o si también lo es en el derecho a la autodeterminación, un elemento clave que podría dar pistas de por dónde pueden ir las negociaciones con los socialistas: si se limitarán a buscar una salida política a los independentistas que siguen fugados, como Puigdemont, o si la autodeterminación, como asegura Junts, también estará encima de la mesa.
Puigdemont está «muy satisfecho», afirmó en la emisora Rac1 la abogada Neus Torbisco, miembro hasta el pasado mes de marzo del consejo de la república que dirige el expresidente de la Generalitat. El entorno de Junts considera que Sánchez ha dado un paso adelante y que la mesa de diálogo adquiere otro significado con la presencia de un verificador que no es español. En ese punto, los de Puigdemont ya sacan pecho respecto a ERC, que en un principio exigió un relator, pero acabó renunciando a esta figura. La pugna entre ERC y Junts va a ser una constante durante todo el proceso de diálogo entre socialistas e independentistas.
El dirigente de Junts defendió este domingo la reunión celebrada el sábado en Ginebra con el PSOE, aunque no se refirió a ella de forma explícita. Afirmó que está haciendo política y criticó a los que «asocian pactar con el adversario o el enemigo a un acto de debilidad, de cobardía o de traición». «Orgullo y humillación se convierten en las dos únicas alternativas posibles» en España, denunció, tras la manifestación del PP en Madrid. «Cualquiera diría que en lugar de hacer política estamos en un duelo por una cuestión de honor», afirmó. «El pacto no tiene el prestigio social que tiene la testosterona de quienes prometen derramar la sangre para salvar a la patria», afirmó. En X, dijo que nunca vio «demasiado preocupados por el honor de España» a los dirigentes de la derecha «cada vez que su anterior jefe de Estado iba a Suiza». No hace mucho, Junts estaba en esas posiciones que ahora tanto censura y acusaba a ERC de «rendirse» ante los socialistas cuando apelaba al diálogo y abogaba por ayudar en la gobernabilidad española.
Sin miedo a hablar
Socialistas y posconvergentes están muy alejados ideológicamente, pero han encontrado un punto en común, en las críticas a la derecha española, tras una nueva manifestación en la capital.
Por parte de los socialistas, habló Salvador Illa, que intervino en un mitin del dirigente del PSE, Eneko Andueza, en Bilbao. El jefe de la oposición en Cataluña llamó a la calma tras la cita de Ginebra y dijo que España «no va a desaparecer». Igual que Puigdemont, defendió el diálogo entre Junts y el PSOE. España es «plural y diversa», señaló, y censuró a aquellos que desde la «crispación» se pasan el día alertando de que se rompe España y tienen «miedo a hablar, sobre todo con los que piensan distinto» para «buscar acuerdos o discrepar». «Esto es la política. Esto es el Partido Socialista», concluyó.