Encuentro de «auto blanqueo» para Sánchez
Finalmente, hoy se van a reunir Sánchez y Feijóo. Como bien le dijo ayer el gallego, «no en Ginebra» y «sin relatores», sino en el Congreso de los Diputados. Que se celebre la reunión mañana, coincidiendo con el sorteo de la lotería de Navidad, minimiza –si cabe– su interés e impacto mediático, ya que de momento, a los españoles les interesa mucho más conocer el «Gordo» y donde ha «caído», que lo que pueda decir Sánchez al que algunos denominan el «presimiente», por obvias y conocidas razones. Ahora, y haciendo «de la necesidad virtud» afirma que se va a reunir muchas veces, y con luz y taquígrafos, con Puigdemont y Junqueras, lo cual –aunque no lo diga– es una exigencia de ellos, que le obligan al sellado de la cartilla con determinada periodicidad para poder seguir residiendo en La Moncloa y viajando en el Falcon para desplazarse de La Coruña a Santiago y viceversa.
Sabemos también que, según les dijo a los periodistas, «podrán hacerle muchas entrevistas», faltándole tan solo una carcajada como la que profirió desde la tribuna del Congreso en el debate de la investidura de su persona, para inmortalizar la escena de ese «corrillo» periodístico. Así que hay que «normalizar» que el Jefe del gobierno de España se reúna habitualmente con un político prófugo de la Justicia en el extranjero, y con un indultado por él, separatistas ambos los dos y con ganas de «volverlo a hacer», a la espera de que les amnistíe. Ya sólo le falta a Sánchez para redondear el proceso de «normalización» política de sus socios prioritarios, el reunirse –con no menos frecuencia y transparencia– con Otegi, que no tiene menos méritos para ello que sus colegas separatistas catalanes, sino tan solo un diputado menos, siendo tan necesarios los «seis» suyos como los «siete» de ellos.
Y su «alter ego» Oskar Puente ya le está abriendo ese camino. Ante una agenda política de tales características, para Sánchez es una absoluta necesidad blanquearla con una cita con el jefe de la oposición, al que tal parece –según dicen los medios–, sus «barones» habrían aconsejado aceptar ese encuentro. Con tal presidente que está atado de pies y manos por tales socios, no hay margen para una mínima interlocución en favor del interés general de España y del bien común de los españoles. En el mejor de los casos se trata únicamente de blanquearse él mismo permitiéndole salir airoso de situaciones inasumibles a las que esos socios le llevan. Pero eso es ser su salvavidas político, siendo «peor el remedio que la enfermedad».
De mentiras este pájaro no puede decir ni pio