La humillación del PSOE en Navarra
Francisco Marhuenda.- No hay duda de que llegar a final de mes es duro. Los dirigentes del PSOE en Navarra se han humillado al entregar Pamplona a Bildu. Lo han hecho con absoluta sumisión al inquilino de La Moncloa, porque se juegan mucho. No se pueden arriesgar a quedarse sin trabajo. Es una consecuencia del sistema partitocrático, porque ganan más en política que dedicándose a sus profesiones. No hay más que ver a Ramón Alzórriz que era técnico administrativo, una profesión muy respetable, pero peor retribuida y con menos proyección que ser diputado autonómico y secretario de Organización del PSN-PSOE. Es un ejemplo de una realidad que se extiende por los partidos y que, en algunos, como en el PSOE, resulta inquietante. La carrera política en Roma se basaba en el «cursus honorum», donde eran importantes el mérito y la capacidad. En el PSOE se reduce a la fidelidad al líder, la aceptación del populismo sanchista y la sumisión al aparato del partido. En caso contrario, no cabe otro camino que el ostracismo. Esto explica que los socialistas navarros hayan entregado Pamplona a los herederos de ETA.
No hay que sorprenderse, porque sucede lo mismo con la inconstitucional amnistía. Es cierto que Conde-Pumpido hará un zafio pumpidazo para blanquearla, pero pasará a la Historia como el jurista del régimen sanchista. Es una lástima que no tenga presente lo que sufrió García-Pelayo, que era un gran jurista, cuando se equivocó sometiéndose al felipismo en la sentencia de Rumasa. Por ello, abandonó la presidencia del TC y regresó a Venezuela arrepentido por el error que había cometido. Las democracias pueden evolucionar al autoritarismo democrático, que podría parecer un contrasentido, pero no lo es. Tocqueville utilizó el término «despotismo democrático» en su obra la «La democracia en América» para advertir de los riesgos que amenazan a las democracias. La inacción, como sucede en el PSOE, conduce a que un líder concentre todo el poder, se rodee de un grupo de fieles y el resto del partido asuma las mentiras como verdades o cambios de opinión. Con ello, se entierra el socialismo y se da paso al sanchismo.