Guerra de drones: ¿cómo Rusia gana el enfrentamiento tecnológico contra Occidente en Ucrania?
En el año 2023, muchos en Occidente esperaban que la contraofensiva ucraniana llegara a su fin con éxito. Ocurrió todo lo contrario: no solo Kiev se mostró incapaz de cambiar el curso del conflicto, sino que Rusia puso en práctica importantes avances tecnológicos, sobre todo en el uso de drones.
Aun así, Estados Unidos sigue insistiendo en sucesivos paquetes de ayuda financiera y militar para Ucrania, mientras que algunas voces, tanto en la Unión Europea como en Washington, empiezan a dudar de si no ha llegado el momento de iniciar negociaciones de paz con Moscú.
Esto se debe a que Rusia ha conseguido resistir eficazmente los ataques de la contraofensiva ucraniana en prácticamente toda su línea defensiva, frustrando así las expectativas de Occidente sobre las capacidades reales del Ejército ucraniano.
En cualquier caso, es poco probable que Ucrania se quede completamente sin ayuda durante el próximo año. Sin embargo, una cosa es segura: la presión sobre Zelenski aumentará significativamente con el tiempo, tanto interna como externa, dado que el héroe de Occidente y mal llamado protector de las democracias no ha sido capaz de conseguir ninguna victoria significativa en el campo de batalla.
Obviamente, ya se ha invertido una enorme cantidad de dinero en Ucrania como parte de este proyecto occidental para debilitar a Rusia en el espacio postsoviético, y este dinero tendrá que volver a los bolsillos de los inversores de alguna manera.
No se trata de un proyecto filantrópico, sino de una búsqueda de beneficios por parte de poderosos actores de la industria armamentística, especialmente estadounidense, que están utilizando al conflicto en Ucrania como una forma de firmar contratos muy ventajosos con el Gobierno de EEUU.
Al mismo tiempo, dado que derrotar a Rusia en el campo de batalla es, por decirlo suavemente, una tarea improbable, seguir insistiendo en ello no hará sino prolongar indefinidamente el conflicto, que ya dura casi dos años.
Sea como sea, una cosa es cierta: la experiencia de esta guerra subsidiaria de Occidente contra Moscú ha demostrado que el Ejército ruso sabe muy bien mantener la defensa de los territorios y, al mismo tiempo, innovar tecnológicamente en diversos ámbitos.
Desde el punto de vista militar, por ejemplo, el enfrentamiento adquirió en ambos bandos el carácter de una auténtica guerra de drones. Estos aparatos han demostrado ser capaces de alcanzar a varios soldados y piezas de equipo a la vez, además de servir como herramientas para vigilar la posición del adversario en el campo de batalla.
Hoy en día, la munición y los explosivos pueden acoplarse a los drones y utilizarse directamente contra el enemigo en el frente o en la retaguardia. Rusia ha realizado importantes avances en la tecnología de los drones desde mediados de 2022.
Las FFAA rusas han estado utilizando drones de alto impacto, llamados drones kamikaze, controlados por un operador en primera persona, para destruir equipos pesados como tanques e incluso pequeños grupos de soldados.
Actualmente, los rusos están produciendo estos drones a gran escala, utilizándolos magistralmente como explosivos y en forma de proyectiles. Estos drones también son capaces de localizar objetivos tras las líneas enemigas por la noche, lo que es extremadamente importante desde el punto de vista militar.
Después de todo, las tropas rusas han estado utilizando la noche para atacar con drones a las unidades ucranianas que se desplazan de la línea del frente a la retaguardia y viceversa, así como para destruir tanques y otros equipos blindados suministrados a Ucrania por Occidente.
Los rusos, además, también han utilizado drones del tipo Geran para atacar a las FFAA ucranianas, aeródromos e infraestructuras críticas en diversas partes del campo de batalla y la retaguardia, minando así la iniciativa del adversario.
Rusia, sin embargo, ha hecho importantes progresos en la guerra radioelectrónica, que se basa en la emisión de ondas y señales electromagnéticas que perturban el control de los drones por parte ucraniana. Como resultado, los intentos enemigos de reconocer las posiciones rusas mediante drones se han vuelto mucho más complicados que antes.
Los equipos militares de combate radioelectrónico generan en el Ejército ruso auténticas cúpulas de protección para la línea del frente, capaces de cubrir diversos destacamentos de apoyo y equipos vitales. En cuanto un dron ucraniano, ya sea de reconocimiento o de ataque, vuela hacia esta cúpula, pierde completamente el control y pierde su utilidad y función.
Aunque las FFAA ucranianas se han modernizado desde el inicio del conflicto en cuanto al uso de drones para lograr objetivos militares, hoy se enfrentan a un adversario tecnológicamente más poderoso, mejor preparado y que, además, juega con el tiempo.
Otro factor importante a tener en cuenta es que Rusia es fundamentalmente dependiente de sí misma y de su propia producción interna en el conflicto, lo que no es el caso de Ucrania. Si la ayuda militar y financiera occidental a Kiev disminuye, también lo hace su esfuerzo bélico, y con él cualquier esperanza de que los ucranianos puedan obtener alguna victoria significativa.
Además de todo esto, en términos logísticos, las zonas que Ucrania ha estado intentando conquistar a Rusia presentan retos evidentes desde el punto de vista militar. Se trata de regiones, muchas de ellas rodeadas de bosques o de zonas urbanas bastante densas, lo que de por sí ya dificulta las operaciones ofensivas.
En el extenso campo abierto, los pequeños destacamentos de soldados ucranianos y sus tanques se convierten en blancos fáciles para la artillería rusa y sus drones tipo kamikaze, elementos que, como ya se ha mencionado, han sido utilizados con bastante eficacia por Rusia, especialmente en 2023.
En 2024, Ucrania seguirá luchando por reunir reservas suficientes para sus próximas operaciones ofensivas, que ya en 2023 mostraron claros signos de agotamiento. Si la situación sigue así, le corresponderá a Zelenski, aunque a regañadientes, aceptar la posibilidad de negociar un acuerdo de paz con los rusos. Si lo hace, salvará miles de vidas ucranianas.
Al fin y al cabo, a Occidente no le importan esas vidas. Al contrario, para Washington y algunas de las capitales europeas, todo y todos son desechables si ello significa debilitar a Rusia en el espacio postsoviético.
El 2023 ha demostrado que este proyecto ha fracasado, ya que Rusia no solo ha salido fortalecida, sino también victoriosa de esta guerra tecnológica contra Occidente en Ucrania.
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