No sonó la gaita. Galicia se consolida como el territorio maldito, el agujero negro particular de Vox, que seguirá sin representación en esta región al menos cuatro años más tras registrar un nuevo revés en las urnas. Se trata de la única autonomía en la que los de Santiago Abascal continúan sin irrumpir en el Parlamento, y sólo poseen una concejalía, prueba de la hegemonía del Partido Popular como único referente con potencial electoral de la derecha en esta región.

Las previsiones de Vox eran bajas, a pesar de que en los últimos días se advertía de las opciones de lograr el último escaño en La Coruña y Pontevedra. Nada más lejos de la realidad: Vox mantiene su bajo registro electoral en esta región, que estaba fijado en el 2,05%, y logra un 2,19%, resultado “insuficiente” que deja al partido infinitamente lejos de la barrera electoral del 5%.

“No podemos felicitarnos ni felicitar”, dijo este domingo Santiago Abascal para resumir la noche aciaga de su partido y relacionar el auge del nacionalismo con las políticas erráticas y próximas a la “agenda progre” del PP en Galicia. “Es normal que las opciones de izquierdas y separatistas sigan avanzando”, opinó el presidente de Vox, que lejos de hacer autocrítica culpó a los medios, al resto de rivales políticos e incluso a la ley electoral de que hoy su partido no cuente con un parlamentario en la Cámara gallega.

“Ha ganado la estafa política”, sintetizó en línea con los ataques lanzados al PP en el tramo final de la campaña, al mismo tiempo que presumió de que Vox “avanza y se convierte en cuarta fuerza en Galicia” tras crecer apenas una décima. El resultado se traduce en unos 6.000 votos más que en 2020 que, con 32.500 apoyos, vuelve a quedar en el extrarradio parlamentario de esta región, engullido por el PP e incluso adelantado por Democracia Ourensana, que logra un parlamentario a pesar de tener menos de la mitad de votos de Vox.

Desglosado por provincias, las mejores zonas para Vox efectivamente fueron La Coruña, donde registró un 2,45% tras subir 0,33 puntos, y Pontevedra, con un 2,25% tras subir 0,3 puntos. En Lugo el partido perdió 0,26 puntos, situándose en el 1,80% de los votos, y en Orense cayó más de medio punto, 0,53, hasta fijar el resultado en el 1,51%.

EL FRACASO DE PEDIR EL VOTO ÚTIL

Pese a la falta de autocrítica, el primer análisis que hacen en el corazón de Vox concluye que la estrategia de reclamar el voto útil como freno al nacionalismo apenas ha tenido éxito. Además, Vox tenía esperanza el romper el importante voto dual que caracteriza a los procesos electorales gallegos con el fin de repetir un porcentaje cercano al 5%, como ocurrió en las generales de julio. No fue así y Vox, por el contrario, terminó repitiendo los números territoriales de hace cuatro años.

No por esperado el resultado deja de suponer un nuevo mazazo para Vox, que sigue en dinámica a la baja: el empujón dado por el partido en las regionales y municipales del 28 de mayo -que permitió la entrada de Vox en diversos gobiernos territoriales y grandes alcaldías- lo opacó una severa bajada en el plano nacional el 23 de julio, cuando perdió 19 escaños en el Congreso y una notoria influencia en la Cámara Baja.

Desde entonces, la formación no remonta en las encuestas, Santiago Abascal se ha visto obligado a remodelar su cúpula tras el goteo de salidas y las tensiones internas, y ahora el partido recibe su primer shock electoral del año, a la espera de lo que ocurra en las vascas y europeas, todas previstas para antes de verano.

“Vamos a seguir trabajando con el mismo ánimo, con la misma determinación, porque Galicia lo merece”, aseguró por su parte el secretario general del partido, Ignacio Garriga, que siguió la noche electoral desde Santiago con el candidato, Álvaro Díaz-Mella. “Esto acaba de empezar. La oposición la vamos a hacer desde estas mismas calles y estos mismos barrios”.

En este sentido, Abascal destacó el valor “heroico” de los más de 30.000 gallegos que apostaron por la papeleta de Vox y prometió que su formación se presentará a las elecciones en esta región en 2028. “No vamos a tirar la toalla”, remarcó. “Sabemos que la pelea es larga”.