La maldición del clembuterol
Cuando Katrin Krabbe leyó los resultados de su análisis de orina no daba crédito. ‘Positivo por clembuterol’, se destacaba en un llamativo y alarmante color rojo. En 1992 la rubia gacela alemana, campeona del mundo por partida doble en los 100 y 200 metros, poco había escuchado de una sustancia que por aquel entonces sonaba a chino en el mundillo deportivo, donde la cortisona y los esteroides estaban en pleno auge. O eso decía. Ahora no pasa un día sin que se acuerde de tan enrevesado nombre.
Terminó con su carrera y con los dos oros olímpicos que le auguraban en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Iba a pasar a la historia. Ni Gwen Torrence, Gail Devers o Merlene Ottey le hacían sombra en la pista. Pero ese positivo le obligó a cambiar Montjuic por la soledad deprimente de su casa mientras se repetía una y otra vez que todo había sido culpa de un medicamento que utilizaba para combatir el asma. Su zancada de vértigo nunca volvió a pisar un estadio y su nombre desapareció de entre las grandes.
Casi veinte años después, el clembuterol acapara titulares y se ha convertido en una sustancia letal… para la carrera de cualquier deportista. Toda una maldición. Como aparezca en un análisis de orina, por mínima que sea la cantidad, la sentencia es unánime: a casa por inhabilitación directa. Adiós a la competición durante unos meses o varios años. Casi sin derecho a pataleo. La estadística no falla por más alegaciones que se presenten. Un precedente poco halagüeño para Alberto Contador, inmerso en pleno proceso para demostrar su inocencia. Aquí la Justicia tiene poco que decir. Con el clembuterol de por medio uno es culpable… hasta que se demuestre lo contrario.
¿Por qué se es tan tajante? «Es una sustancia exógena, es decir, que no es producida por el cuerpo humano, de ahí que cualquier cantidad que aparezca en un control se deba a la administración externa», detalla el doctor Pedro Manonelles, presidente de la Federación Española de Medicina del Deporte. Traducción simultánea para la Agencia Mundial Antidopaje: si aparece clembuterol ha habido una intención clara de doparse… y de hacer trampas. De ahí la sanción directa. Entre ellas la de Josephine Onyia, plusmarquista española de 100 metros vallas sancionada por dar positivo en la final del Mundial de Atletismo de Stuttgart (Alemania) en 2008. Su castigo acaba de llegar a su fin, pero no ha parado de declararse inocente. Al menos aún le queda carrera por delante, una suerte que pocos disfrutan tras el asterisco en sus análisis.
También por intoxicación
El único que por el momento se ha salvado de la quema es Dimitri Ovtcharov. La excepción que confirma la regla, pese a que en su orina aparecieron 75 picogramos (la millonésima parte de un gramo) por mililitro, cifra superior a los 50 de Contador. Su defensa, la misma que la del ciclista: intoxicación alimentaria. El jugador alemán de tenis de mesa, plata en los Juegos de Pekín 2008, le ha ganado la primera batalla al clembuterol. Pero la alegría le puede durar poco. Todavía anda en la cuerda floja. La Agencia Mundial Antidopaje puede desdecirse tras dar por bueno que su positivo surgió tras consumir carne contaminada en China. Sería un paso gigantesco que sentaría precedente para los 67 positivos por clembuterol que se registraron el año pasado en los 277.900 controles antidopaje que se realizaron.
La defensa de Contador sigue la estela de la de Ovtcharov. Sin embargo, en el gigante asiático hay un 20% de ganado contaminado, ya que entre los usos del clembuterol se encuentra el del engorde animal, algo totalmente prohibido en la Unión Europea. En 2008 se analizaron 300.000 muestras de carne en la UE. Sólo en una se advirtió la posibilidad de engorde ilegal por clembuterol. Un varapalo para el de Pinto, que achaca su positivo en el último Tour de Francia a un solomillo comprado en una carnicería española donde, al parecer, los investigadores no han encontrado ni rastro de la sustancia maldita.
Con todo el lío mediático formado, cualquiera diría que el clembuterol sería algo así como beber de la marmita de Astérix. Nada más lejos de la realidad. No es tomarlo y hacerse en ese momento los 100 metros lisos como Usain Bolt en menos de 10 segundos. Necesita más de quince días para que salgan a relucir sus bondades tras ingestas considerables. Eso, si el deportista se libra de las náuseas, el nerviosismo, dolores musculares o taquicardias puntuales que, entre otros síntomas , plagan la larga lista de efectos secundarios. «Aun así no es un medicamento muy peligroso para la salud, sí lo son los anabolizantes», matiza el especialista.
Pero, ¿qué es realmente el clembuterol? «Es una sustancia broncodilatadora para el tratamiento de enfermedades respiratorias como el asma. Además, tiene un efecto estimulante similar a la cafeína y un efecto anabolizante, es decir que incrementa el tamaño y la fuerza muscular e incluso ayuda en la disminución del porcentaje de grasa», comenta Manonelles. Por eso, los máximos beneficiados de este producto prohibido serían los culturistas, los lanzadores de peso, boxeadores… cualquier deportista que necesite imponerse como el más fuerte entre los fuertes. Caso de la judoca china Tong Wen (oro en Pekín 2008 en la categoría de 78 kilos), el púgil argentino Mariano Carrera o el levantador de pesas australiano Duncan Van Rooyen.
Cifra de corte
En deportes de fondo, como el ciclismo, el clembuterol difícilmente estaría detrás de una victoria en una grande. Y más en pleno Tour de Francia y con un porcentaje tan insignificante que sólo un par de centros especializados pueden detectarlo en el mundo. Hasta el laboratorio antidopaje de Madrid avala esta teoría. Eso no quiere decir que los ciclistas destierren su uso, aunque más bien las trampas las harían en pretemporada para volver a recuperar el tono.
El positivo de Contador ha avivado el debate, y más cuando gracias a las nuevas tecnologías se detectan sustancias «antes inimaginables en nuestro cuerpo», apunta el médico. A la vista de los resultados y de algunos estudios de la OMS, los expertos abogan por una cifra de corte del clembuterol, como ya ocurre con los corticoides. Eso enterraría parte de su maldición, esa de la que espera escapar Contador. Su veredicto dirá si, como en lo deportivo, vuelve a hacer historia.