El histerismo de la «cuota Puente»
La crispación que ha traído Sánchez a la política ha llegado a unos límites desconocidos hasta ahora desde la aprobación de la Constitución.
Aquel clima de reconciliación que de la mano de los grandes partidos la hizo posible, estuviera quien estuviera al frente de ellos en cada momento, haciendo compatible la crítica política siempre necesaria en un régimen parlamentario con una convivencia cívica y el respeto mutuo entre los partidos, ha desaparecido actualmente y corre el riesgo de transmitirse a la sociedad con consecuencias imprevisibles.
No se olvide que en España ocupa el gobierno un auténtico Frente Popular que es una anomalía en la UE, gobernando una coalición de socialistas y comunistas, apoyado en unos aliados parlamentarios inadmisibles por su identidad política.
Unos son separatistas que promovieron un golpe de Estado para romper la unidad nacional, condenados e indultados y a los que ahora se pretende amnistiar «a la carta», no habiendo expresado el más mínimo arrepentimiento por su acción, todo lo contrario, se jactan de «volverlo a hacer, pero mejor».
En cuanto a los otros aliados, son una formación separatista vasca, sucesora política de ETA, que pretende conseguir por otros medios lo mismo que los terroristas -por lo que no han pedido nunca perdón- y el PNV, que hace honor a su historia siendo el responsable de llevar a Sánchez a la Moncloa a la semana siguiente de pactar los presupuestos con el gobierno del PP, y que está apoyándolo desde entonces con Koldo y lo que haga falta para seguir en Ajuria Enea. La sesión de control parlamentario de esta semana se ha convertido en un intento de control del gobierno contra Ayuso ante la complaciente mirada de la ex presidenta Balear que no sabe ni contesta como contactó Koldo con ella. La novedad ha sido una ministra histérica dando gritos de «¡¡vergüenza, vergüenza!!», «¡¡el negacionismo mata!!». Aunque al enterarnos de que es la «cuota Puente» -el sucesor de Ábalos- se entiende mejor el penoso espectáculo. Así que discrepar de la política sanchista en materia de Igualdad por las excarcelaciones de la ley del «solo sí es sí» es el culpable de la violencia machista.
Es un clima que se hace irrespirable, directa consecuencia de tener instalado en la Moncloa un personaje que perdió las elecciones y que no está dispuesto a abandonar el poder, pactando con quien sea y lo que haga falta para ello. Y mintiendo a los españoles un día sí y otro también. Resulta inimaginable pretender que esta situación se pueda prolongar ni una, ni media legislatura. Elecciones, y que se pronuncie el pueblo soberano.