Estanislao de Kostka*.- Nunca nadie en tan poco tiempo ha hecho tanto daño a una Comunidad Autónoma y a sus ciudadanos. Los gobiernos nacionalistas han sido un verdadero desastre social, político y económico, para el territorio y para su gente y, aún así, los ciudadanos los revalidan y los votan, en vez de echarlos con sus votos.

No importa el aspecto que analicemos, micro y macro, en lo económico, en lo social, en lo político, en lo jurídico, en la calidad de vida, en la convivencia social, en la delincuencia, en la corrupción, en su prestigio internacional, en la gestión de la cosa pública, etc., porque todos los índices son absolutamente negativos, son catastróficos y, aún así, los ciudadanos los revalidan y los votan, en vez de echarlos con sus votos.

Han endeudado la Comunidad Autónoma en más de 70.000 millones de euros, han gestionado contra la mitad de los catalanes, dando prioridad a lo irrelevante, a la bandera y a las fronteras de su territorio, y dando primacía a políticas nacionalistas que siempre han fracasado en la historia de la humanidad. Han olvidado la gestión del día a día, no han buscado el bienestar de sus ciudadanos, sino que han gobernado de espaldas a los ciudadanos, adoptando decisiones contrarias a la lógica, a su pueblo y a su economía. Han expulsado del territorio a ciudadanos y a empresas, empobreciendo la región y enriqueciéndose ellos. Han malgastado el dinero público de forma delictiva, en lo irrelevante, en embajadas por ejemplo, y se han olvidado de lo relevante, la vivienda pública, por poner sólo otro ejemplo.

El grado de corrupción de los políticos catalanas es inimaginable y ni siquiera comparable al de Andalucía, al del PP o al del PSOE. La medalla de oro de la corrupción desde el inicio de la democracia, sin duda se la lleva la familia Pujol y el nacionalismo catalán, pero todos han conseguido salirse de rositas. No ha habido justicia y no somos iguales ante la Ley.

Han fracturado la sociedad catalana, que ha dejado de ser el motor de la economía de España, y Cataluña ha dejado de ser la puerta de Europa y el territorio más Europeo. De hecho, el anacronismo de la ideología de una parte de los catalanes, arcaica, retrógrada y decimonónica, ha convertido a la región más próspera, en el lugar donde ya casi nadie quiere invertir. El nacionalismo a adormilado a Cataluña y sus políticos la han arruinado, en lo social, en lo económico y en lo político.

Los niveles de delincuencia, el abandono del territorio, el aumento de la pobreza, el incremento del paro y la corrupción institucional, hoy son los grandes problemas de Cataluña. En realidad lo son sus políticos dogmatizados e idiotizados, por una bandera, por unas fronteras.

Y, aún así, los ciudadanos los revalidan y los votan, en vez de echarlos con sus votos a gorrazos. Algo muy grave está pasando en una parte de la sociedad catalana y no sólo no se dan cuenta, sino que se reiteran en los errores. Acudirán a las urnas y todo volverá a ser lo mismo, previo entrada triunfal del prófugo con olor de multitudes como presidente exiliado, y ya veremos si presidente electos, detenido o no. El espectáculo está garantizado.

*Abogado jefe de AD y politólogo