Las encuestas acertaron en el País Vasco
El resultado (provisional hasta el próximo viernes), de los comicios autonómicos vascos confirma plenamente lo que todos los medios y encuestas apuntaban: una disputada «foto finish» con un virtual empate técnico entre nacionalistas de un lado y otro del espectro político, y que rivalizan en radicalidad verbal pero compartiendo el mismo objetivo separatista.
La singular ley electoral vasca, con 25 diputados por cada uno de sus tres territorios históricos de muy diferente población entre ellos, significa que se puede ganar en votos claramente, y sin embargo no ganar en escaños, como ha sucedido en esta ocasión con empate a 27 diputados entre ambos, pese a vencer el PNV a Bildu en votos. Pero el resultado de los de Otegi es un resultado inimaginable antes del sanchismo y que le coloca como claro aspirante a la Lehendakaritza en un próximo futuro.
Este equilibrio entre dos fuerzas nacionalistas supone una novedad respecto a las 12 elecciones celebradas desde 1980 una vez aprobado el Estatuto (de Guernica).
Lo más significativo es que el blanqueamiento de los sucesores de ETA ha conseguido que una parte sustancial de la población vasca, y no solo de la juventud consideren lo sucedido durante cuarenta años en el País Vasco y en toda España, como algo simplemente «del pasado».
El nivel ético y moral en el que está sumido una significativa parte del pueblo vasco queda de manifiesto en el número y porcentaje (33%) de votantes de Bildu, de los cuales basta ver y escuchar a una muestra de los que asistían a un mitin suyo en la calle entrevistados por un arriesgado reportero televisivo. Sin duda alguna Sanchez, el blanqueador de los sucesores políticos de ETA -en pago a que gracias a sus votos accedió y se mantiene en la Moncloa- va a entregar el gobierno al PNV, ya que Bildu goza de «paciencia estratégica» y ya cobró por adelantado una parte del precio total, quitándole a UPN la alcaldía de la capital navarra, emblemática para el mundo abertzale que sueña con una Euskal Herria con Pamplona como capital.
Una democracia es el gobierno del pueblo, en la medida en que bajo la premisa de que «una persona, un voto», eligen a quienes desean les gobiernen, aunque esta ley electoral no garantiza en absoluto que todos los votos valen lo mismo. De ahí deriva que se afirme que «cada pueblo tiene el gobierno que merece», y así estamos como estamos, en el País Vasco y en toda España. Y ahora a pasar del debate entre Bildu y el PNV al de Junts y Esquerra, rivalidad más complicada y crucial para la estabilidad del gobierno sanchista.