Deshojando la margarita: familia y Pegasus o el poder
Pedro Sánchez es un personaje al que acompañan todo tipo de singularidades en su actividad política. Su dimensión publica saltó a los medios cuando tras la dimisión de Rubalcaba fue elegido secretario general en 2014, (según se dijo, para guardarle el puesto a Susana Díaz, entonces al frente de la Junta de Andalucía y secretaria general del partido allí).
Tras ser candidato a la presidencia del Gobierno en 2015 obtuvo el peor resultado de su partido desde 1977, con 89 diputados. Pese a ello y por primera vez, tuvieron que repetirse las elecciones seis meses después, en junio de 2016. Su resultado todavía fue peor que el anterior al obtener tan sólo 84 escaños, y pretendía forzar una tercera elección o pactar con sus actuales socios. El PSOE se lo impidió, cesándole en aquel Comité Federal de 1º de octubre de 2016. Su muro contra Rajoy, vencedor de las dos elecciones y que le ofreció un pacto para la investidura, se plasmó en la ya conocida expresión «¡No es No! ¿qué parte del No no ha entendido sr. Rajoy?»
Pretendía realizar lo comentado, y su partido optó por una abstención como mal menor ante el bloqueo que hubiera obligado a hacer, y que finalmente hizo cuando inexplicablemente, recuperó el poder en Ferraz unos meses después en mayo de 2017.
Un año después, finalmente consiguió su deseo pactando con sus actuales socios y aliados parlamentarios una moción de censura que (también) por primera vez, resultó victoriosa, llegando a la Moncloa con 84 diputados. A esas singularidades que aportó Sánchez a la política nacional y que Irene Lozano recoge en su «autobiografía», se le añade pretender gobernar España con partidos que tienen por objetivo prioritario, precisamente, su ruptura. A esa hoja de servicios se le añade ahora su última novedad, al declararse en suspensión de actividades «fijo de carácter discontinuo» –que diría su vicepresidenta Yolanda– para reflexionar si continúa o dimite de la presidencia del Gobierno.
La opinión pública y publicada está expectante ante su decisión, que afirma dará a conocer el próximo lunes, cual un César del imperio romano dirigiéndose a sus súbditos. Lo procedente, en lugar de ese retiro para meditar, hubiera sido comparecer y aclarar lo que su compromiso por la transparencia anunció en la moción de censura. Aclarar lo que proceda respecto a esa querella admitida a trámite, respecto al presunto conflicto de intereses de su esposa que tanto le ha ofendido. Y, por cierto, sin olvidar la reapertura del caso Pegasus. Que ha coincidido con la querella y la auto licencia temporal de sus deberes constitucionales.