Fervorosos republicanos sanchistas
Ayer como es sabido se conmemoró el 10º aniversario de la proclamación de Felipe VI como Rey de España. Todo se desarrolló en un clima de absoluta normalidad institucional, política, y social, pese a que el Gobierno se apoya en una auténtica macedonia de 16 siglas que –salvo un par de excepciones– tienen en común su radicalidad izquierdista, su populismo y el declararse todas ellas fervorosamente partidarias de una república o una «republiqueta», en este caso, eso sí, al margen de España.
El partido Esquerra Republicana de Cataluña cooperador estrecho de Sánchez en Barcelona y en Madrid para investir a Illa y él poder seguir en La Moncloa, se encuentra «abierto en canal» por la prófuga amnistiada Marta Rovira que quiere impedir un tercer Tripartito en la Generalitat como desea Junqueras. Con Puigdemont a la expectativa, complacer a unos y otros, rivales entre sí y aliados sanchistas –Junts y ERC en Cataluña, y PNV con Bildu en el País Vasco– es el laberinto en que se encuentra el sanchismo, a lo que se añaden ahora integrantes de la extinta Sumar de Yolanda, oponiéndose rotundamente a una financiación singular para Cataluña.
Es el caso de Compromís en Valencia o la Chunta aragonesa, que amenazan con dejar de apoyar al gobierno, lo que significaría su irremediable caída. Es la consecuencia de tener un «gobierno constitucional» que se manifiesta en la calle y en declaraciones públicas y publicadas, criticando al Rey, o a la Casa Real de manera tan lamentable e irrespetuosa, como el inefable Patxi López, otrora anti sanchista y ahora converso al más fervoroso sanchismo. Un sanchismo que se declara a favor de un régimen republicano lo que es inaudito en un Estado democrático, social y de derecho como el español. Hace unos días el PSOE ha apoyado directamente una iniciativa de Bildu en Navarra descalificadora de la Corona, así como en Baleares, entre otras similares en diversas instituciones.
También en las calles de Madrid con un «éxito descriptible» por parte de su aliado Podemos, destacando una pancarta donde aludían a Felipe VI como «el último rey». Deberían aprender correctamente de la Historia para no hacer el ridículo, queriendo imitar a los revolucionarios franceses, que cuando falleció el Papa Pío VI deportado y prisionero suyo en Valence (Francia), el funcionario republicano de la zona que expidió el acta de defunción escribió: Giovanni Angélico Braschi. De nombre artístico Pío VI, añadiendo de su puño y letra: «y último». Era el 29 de agosto de 1799 y poco después era elegido Pío VII y así hasta ahora.