Del Brexit al «Lexit» del sanchismo cantonalista
Tras la conversión del PSOE en una virtual plataforma política al servicio de los intereses y «opiniones» de Sánchez, cualquier parecido con lo que se entiende por un partido socialdemócrata o simplemente socialista, es mera coincidencia.
De hecho, la compraventa de la amnistía por los votos de sus aliados ultranacionalistas y protagonistas de un golpe de Estado contra el mismo fundamento de la Constitución, además de sus estrechas alianzas con comunistas y sucesores de ETA, gracias a los que accedió y se mantiene en la Moncloa, definen lo que para el sanchismo es ser «progresista». Pero ahora superan esas alianzas tan progresistas, apoyando nada menos que una Moción que promueve un «Lexit»: la salida de León de la región castellano-leonesa.
La Diputación de León como ya hiciera antes el alcalde del PSOE de la capital de la provincia considera que «León no tiene nada que ver con Castilla» (sic) y exigen constituirse en comunidad autónoma junto a las provincias de Zamora y Salamanca, como el Reino de León. Ello, sin descartar la alternativa de una región «astur leonesa», sobre la que el leonés Rodolfo Martín Villa podría explicarles por qué el PSOE se opuso a esa eventualidad durante la Transición al discutirse la organización territorial del Estado y su mapa autonómico.
El ministro de Política Territorial y derrotado presidente de Canarias y su ínclito colega y ex alcalde de Valladolid Óscar Puente se han pronunciado a favor de esa iniciativa. Si no fuera por la connotación histórica de la conjunción política del nacionalismo con el socialismo –«nacional-socialista»–, sería esa la más ajustada denominación a tal «progresista» coalición.
Ahora ese PSOE defiende políticas situadas en las antípodas de lo que es una efectiva solidaridad interterritorial e igualdad de los ciudadanos ante la ley, y apoya nada menos que la autonomía del histórico reino leones. Su concepto de la «indisoluble unidad de la nación española» se refleja no en sus vanas palabras sino en sus obras, y éstas hablan por sí mismas con suficiente elocuencia.
En su ADN estos «progresistas» llevan la aspiración cantonalista de sus predecesores fundadores de la inenarrable Primera República, que convirtieron a España en un caos, incluso con declaraciones de guerra entre cantones vecinos.
Con cuatro presidentes en apenas un año, se entiende que el primero de ellos Estanislao Figueras, apenas cuatro meses después dimitiera, pronunciando en el Congreso aquella controvertida frase que está en nuestra Historia: «estoy hasta los …, de nosotros mismos». Y se fue a París. No consta que –de momento– tales progresistas sanchistas cantonalistas le declaren la guerra a los castellanos. Así estamos.