La respuesta que el ministro Ernest Urtasun no se podía imaginar: los jóvenes vuelven a los toros
La imagen es histórica. No se recuerda en Santander una respuesta tan masiva de jóvenes agolpados a las puertas de Cuatro Caminos con la intención de hacerse con un abono para la próxima Feria de Santiago. Fue una sorpresa para todos, incluso para la misma empresa, que en sus cálculos más optimistas no se esperaba con que más de ochocientos aficionados, en su mayoría jóvenes menores de 25 años, llegaran incluso a pasar la noche haciendo cola en las taquillas del coso, como si se tratara de un concierto de Taylor Swift.
Lo cierto es que, si bien en la capital cántabra es una imagen inédita, cada día son más las plazas de toros que están viendo incrementadas la asistencia a los festejos taurinos, impulsada, sobre todo, por un público cada vez más joven. Algo que, evidentemente, no podría entrar en la cabeza del sectario ministro de Cultura del actual Gobierno, Ernest Urtasun, quién, por motu proprio, se ha arrogado el derecho de decidir aquello a lo que el pueblo español debe considerar cultura y lo que no.
Pues bien, como a Urtasun el poder solo le alcanzó para eliminar un premio y no para prohibir la tauromaquia, como es su deseo, resulta que su acción lo que ha hecho es despertar a la bestia, pues la reacción del pueblo, más allá de las voces políticas altisonantes, ha sido la de volver al coso, la de abrazar el toreo. Basta revisar, por ejemplo, la pasada feria de San Isidro, con 14 llenos de “No hay billetes” y cerca de 600.000 entradas vendidas en 28 festejos, por tomar el ejemplo más reciente y relevante, pero no el único.
Obviamente, esto no es gratis (ya le gustaría al ministro tener tal relevancia) y todo obedece, por supuesto al interés que genera intrínsecamente el toreo y, cómo no, a un trabajo bien estructurado de una empresa responsable.
Si nos fijamos en la imagen de Santander, no es de extrañar que detrás esté el esfuerzo de la empresa Lances de Futuro, con un incansable José María Garzón a la cabeza. Garzónes el culpable de que la plaza de Cáceres, después de seis años sin actividad, haya reabierto sus puertas al toreo el pasado día 31 de mayo, cuando desempolvó el “No hay billetes”, que no se exhibía desde hace 54 años. Mismo aviso que asomó en las taquillas de Torrejón de Ardoz hace unas semanas y que llevaba otros 16 años sin ser usado. Con él, las plazas de Córdoba y Málaga están recobrando el pulso, y la buena salud de Santander se está haciendo mucho más sólida. No en vano, cuando José María se hizo con los destinos de Cuatro Caminos hace cuatro años, la plaza cántabra contaba con cerca de 1.800 abonados, cifra que hoy, no solo se ha duplicado, sino que sigue aumentando.
Dice el empresario que “no hay una fórmula para el éxito, pero es verdad que cada pequeño o gran esfuerzo que se haga en el trabajo es recompensado por el público. A este espectáculo hay que darle la categoría que se merece, por eso, cuando presentamos los carteles, lo hacemos con una gala por todo lo alto, que aúne distintas artes, que vengan personalidades importantes y que generen ese deseo de asistir a algo único, como lo es el toreo. Por supuesto la oferta tiene que ser atractiva, con unos carteles que aúnen lo que la gente quiere ver, con las novedades más importantes y las figuras más queridas. Para eso hay que acercarse al aficionado, escucharlo, conocerlo, entenderlo, ofrecerles actividad taurina durante todo el año y, después, ponérselo fácil, con precios asequibles para todos los públicos. Y luego, hay que salir a contarlo. Por eso vamos a Sevilla, a Bilbao, a Madrid con sus alcaldes a presentar la feria, para contarles lo que estamos haciendo y quieran venir a Santander”. Lo dicho, lo de Cuatro Caminos no es gratis.
Una invitación a desayunar sorpresiva
Aunque las proyecciones más optimistas hablaban de una importante demanda, la empresa no se esperaba la masiva respuesta que se vivió la mañana del miércoles 3 de julio, cuando se abrió la venta de nuevos abonos y más de ochocientas personas acudieron a las taquillas, la mayoría jóvenes menos de 25 años, y muchos de ellos desde la noche anterior. Ante la avalancha, Lances de Futuro dispuso de churros y porras con chocolate para amenizar la espera.