La izquierda española pierde la batalla del relato y la reputación
La izquierda española conserva el poder, pero ha perdido la batalla del relato y la reputación, lo que significa haber perdido el futuro.
En pocos días, el presidente izquierdista del gobierno de España, Pedro Sánchez, sufrirá la humillación vergonzosa de tener que declarar ante un juez por los presuntos delitos de corrupción de su esposa, lo que convierte el mandatario español en un político devaluado y despreciable a escala mundial.
—-
La pérdida de la batalla del relato es el peor desastre de la izquierda española desde su derrota frente a Franco en la Guerra Civil. La imagen de una izquierda que se preocupa por los pobres y desvalidos, que lucha por la justicia social y la libertad desde la democracia ha saltado por los aires y ha sido sustituida por una izquierda plagada de corruptos, ajenos a la democracia y a la libertad y sin otras prioridades políticas que no sean el poder la riqueza y los privilegios.
Basta echar un vistazo a las redes sociales o auscultar la opinión pública, tanto en España como en el extranjero, para darse cuenta de que la imagen de Pedro Sánchez y su coalición gobernante con comunistas, independentistas y herederos del terrorismo asesino es despreciada y rechazada por las mayorías y forma parte ya de la realidad histórica, después de que las mentiras han sido derrotadas.
De nada le han servido a la izquierda española la compra masiva de medios de comunicación y voluntades, la puesta en marcha de un aparato de propaganda bien dotado y masivo y el gasto irresponsable de cientos de millones en publicidad institucional que es utilizada, junto con el miedo y los castigos, para domesticar el periodismo libre e instaurar la mentira como política del Estado.
La izquierda española está moralmente derrotada y también lo está en su reputación y credibilidad. Sus derrotas electorales reiteradas lo dejan claro, como también es evidente que su presencia en el poder se debe a su falta de escrúpulos y a haberse aliado indignamente con lo peor de la nación: totalitarios comunistas, ex terroristas e independentistas llenos de odio a España.
Los abusos de poder, la corrupción, que afecta con fuerza al partido y a la familia, el incremento de la censura, las mentiras, el asalto a la Justicia y a las instituciones, el cobro abusivo de impuestos, su arrogancia, su descarada ansia de poder, su despilfarro, su codicia y su inmoralidad psicopática han conducido a Sánchez hasta su derrota moral y a la ruina de su imagen, que ya está consolidada como la de un tirano dañino para España y su pueblo.
Pedro Sánchez, por mucho que intente disimularlo, es un político derrotado, rechazado por su pueblo y hasta odiado por amplios sectores de la sociedad, que le pita y abuchea cuando le ve en las calles. Vive rodeado de una seguridad desmesurada, temeroso de sufrir un atentado, y apenas sale de la Moncloa. También está devaluado en los foros internacionales y en las relaciones con otros países, donde se le respeta poco y se le escucha menos.
Sus asaltos al sistema judicial español y las instituciones y leyes que ha manipulado, junto con su toma de las instituciones principales del país y resortes de poder que la democracia exige que sean independientes le convierten en una especie de pirata antidemocrático fuera de control.
Existe casi unanimidad entre los analistas y observadores independientes de que debería dimitir y convocar elecciones, pero el tipo se resiste y no abandona el poder, quizá por miedo a ingresar en prisión cuando pierda el escudo del poder.