María Jesús (Montero) y su acordeón (fiscal)
Pedro Narváez.- Da igual, para lo que nos ocupa, lo que ha resultado del plebiscito de las bases de ERC. Para llegar a ese puerto, el cauce tomó varios afluentes y en uno de ellos se perdió María Jesús Montero, ex consejera de Hacienda de la Junta de Andalucía, como lo hizo el marinero Marlow por el río Congo en busca sin quererlo del corazón de las tinieblas. Se cumple un siglo de la muerte de Joseph Conrad, el escritor que relató el horror del hombre civilizado adentrándose en el cerebro ignoto del salvaje. Al final, Marlow se encuentra con Marlon Brando (en la versión que hizo Coppola, «Apocalypse Now»), que viene a ser Pedro Sánchez, un líder enloquecido al que adoran los salvajes. No se me da tan bien las fábulas como a Esopo o a Samaniego, pero quién quiere ser Samaniego. Espero que me entiendan.
El encuentro para tratar este asunto entre María Jesús (y su acordeón fiscal) con el jefe supremo de la tribu socialista, ahora revuelta, debió ser muy literario, cinematográfico, circense a lo Gómez de la Serna. La hemeroteca guarda momentos gloriosos de la vicepresidenta en los que defendía lo contrario con vehemencia y argumentaba lo mal financiada que estaba Andalucía por parte del Gobierno central (entonces en manos de Rajoy). También guarda la memoria, ya como un especial de Cachitos de hierro y cromo, declaraciones más recientes con las que negaba, San Pedro, que se fuera a romper la caja común en beneficio de Cataluña.
María Jesús, pajaritos por aquí, pajaritos por allá, bailando en Moncloa lo que no deja de sonar en Benidorm. Resulta que las mentiras del líder son ya también las de sus fans. María Jesús es la mejor «swiftie» del presidente. María Jesús, la cristiana roja, defensora, como el Papa, de la justa distribución de la riqueza, ha descubierto el pecado y lo bien que sabe la malicia cuando se trata de mantener a un Gobierno en el cortijo. María Jesús, y esto duele escribirlo, es una andaluza que ha vendido su acento. El mismo con el que ahora tendrá que hacer pedagogía de un disparate.
Es más difícil navegar en el río Congo de la política que cuadrar las cuentas. Solo unos pocos elegidos son capaces de fingir tanto el éxtasis como una libido en horas bajas. Sánchez es un maestro. Sánchez solo hay uno. Pero la mujer de la que se habló para sucederle, la responsable de Hacienda, progresa (de progre) adecuadamente.