Mierdocracia y no democracia
Esto no es una democracia, es una mierdocracia. Lo siento por los críticos a la democracia, pero esto no lo es. Carece, por ejemplo, de la mínima división de poderes. Es una oligarquía de partidos o partitocracia, desde luego. Pero esa oligarquía selecciona a la inversa. En esta mierdocracia gobiernan los más mentirosos, aduladores y corruptos; los más mediocres; aquellos que carecen de honor y de palabra; es decir, aquellos que el común considera los más mierdas.
El sistema selecciona, por ejemplo, por la corrupción. Ella impregna todo el sistema, desde los niveles más bajos, pero sólo ascienden los más corruptos. Se ve muy claro en los sobres y sobresueldos del Partido Popular: los jefes cobran más de manera opaca y en negro. Esto es, desde luego, una cleptocracia y de hecho las mafias que denominamos partidos respaldan y sostienen a aquellos que son pillados in fraganti delito. Incluso los llevan en la lista.
Los programas son una mierda, porque esto es una mierdocracia. No sirven de nada. No sólo se cumplen, sino que los partidos de la mierdocracia gobiernan con todo lo contrario de lo que prometieron o se comprometieron a cumplir. La gente ni tan siquiera lee los programas, porque no sirven de nada. Incluso ese incumplimiento, propio de gentes sin palabra y, por ende, sin honor, es presentado como un deber, tal y como ha hecho el actual presidente del Gobierno, que por serlo de una mierdocracia, hay que tenerlo por el más mierda de todos.
El sistema selecciona por la mediocridad. Siendo bajísimo el nivel desde el comienzo en la mierdocracia, no ha hecho otra cosa que empeorar, tendiendo a ser cada vez más mierdas. No hay nada más que ver a los últimos presidentes, José Luis Rodríguez Zapatero o Mariano Rajoy. Los ministros de la mierdocracia también son cada vez más mierdas y no han hecho más que ir empeorando. Así los casos de “Choni” Montero, Yolanda Díaz, Óscar Puente, José Manuel Albares o Félix Bolaños.
En una mierdocracia, diputados y senadores son elegidos por ser unos mierdas capaces de ir en una lista cerrada o de votar a ciegas, y sin conciencia, lo que les diga o mande el portavoz. Eso sí, a cambio de licores fuertes subvencionados a costa del contribuyente.
La mierdocracia cuenta con el respaldo de los mierdócratas, que son ese tiempo de personas que defienden a su partido de referencia como si fueran los hooligans de un club de fútbol.
Cada vez más gente está más harta, más que harta de esta absoluta mierdocracia.
España hoy es una mierda.