Cómo el comunismo destruye la moral de nuestros hijos
Publicaciones VCS.- A través de la educación, siempre se han transmitido los principios morales y éticos que han de regir la vida de las nuevas generaciones. Pero la ideología comunista penetró la sociedad occidental, destruyendo todos los principios rectos.
El comienzo de un abismo moral
Tradicionalmente, los establecimientos educativos se hacían cargo de guiar a los niños y jóvenes en el camino de las tradiciones sociales. A la par con la educación formal en las ciencias, artes, literatura y demás materias que preparaban al alumno para ocupar un rol en la sociedad, se les reforzaban los valores familiares.
Sin embargo, a mediados del siglo XX comenzó un cambio. Las ideas sembradas por Carlos Marx y sus seguidores fueron germinando, dando una nueva dirección a las prioridades educativas en Europa.
Sobre esto, el Dr. Frederick Schwarz, uno de los pioneros de la lucha anticomunista, manifestó que “Los tres principios básicos del comunismo son el ateísmo, la evolución y el determinismo económico”. Estas fueron las bases que establecieron la nueva enseñanza en las escuelas.
La teoría de evolución fomenta el ateísmo
Con la secularización de los estados se relegó la religión a un papel no solo secundario, sino incluso prohibido. Esto abrió la puerta al ateísmo. En el Manifiesto Comunista dice: “El derecho, la moral, la religión, son para él (el proletario) otros tantos prejuicios burgueses, detrás de los cuales acechan emboscados otros tantos intereses burgueses”.
Estas ideas ateas se vieron reforzadas por la teoría evolucionista de Darwin, con la cual se le quiso quitar el piso a la existencia de un Ser supremo detrás de la manifestación de la vida.
Una vez instaladas estas nuevas ideas en los textos de enseñanza, se abonó el camino hacia la destrucción de las bases morales y los valores tradicionales sustentados en la familia y la cultura milenaria heredada de las antiguas civilizaciones.
La implantación de las ideologías progresistas
Alrededor de los años 60 del siglo XX, con el llamado movimiento hippie, se desarrolló una nueva subcultura. Esta aportó las siguientes ideas que fueron tomadas por los movimientos de izquierda para consumar la destrucción de la cultura tradicional:
– El llamado amor libre fomentó las relaciones sexuales indiscriminadas.
– La masificación de la píldora anticonceptiva catapultó la liberación sexual femenina e impulsó la promiscuidad.
– La introducción de una gran cantidad de drogas sintéticas provocó la crisis familiar, social y de escolaridad.
– El mal entendido regreso a la naturaleza condujo a muchos jóvenes a alejarse de la sociedad productiva y preparó el camino para las teorías posteriores del cambio climático y la visión del ser humano como depredador de la naturaleza.
El informe Kissinger, precursor del aborto
Por otro lado, hacia 1970 apareció el llamado Informe Kissinger, con la idea de la superpoblación y la hambruna que supuestamente ello traería. Entonces debían adoptarse medidas para lograr un control poblacional para proteger a EEUU.
De allí nació la iniciativa de legalizar todo tipo de medidas anticonceptivas, con énfasis en el aborto. Aunque en principio esto se planeó para países pobres, posteriormente se extendió a todo el mundo.
Fu así que se comenzó a ver al núcleo familiar como el promotor de esa superpoblación. Con esta idea, se puso el foco en la reducción de las familias tradicionales, las cuales se conformaban alrededor de los hijos que procreaban.
Promoción del movimiento LGBT
Años después se dio el paso hacia la promoción e incremento de la minoría LGBT y las personas dispuestas a no conformar parejas. Con esto se socavaría la formación de familias. En unos pocos años este objetivo dio su fruto.
Debido a esto, la comunidad LGBT, de ser casi oculta y una parte muy pequeña de la población en los años 1960, comenzó a incrementarse paulatinamente. En la actualidad, en países como EEUU, Australia o Reino Unido, entre un 13% y un 16% de personas afirman sentir atracción por otros del mismo sexo.
La agenda 2030 remata con la destrucción de la cultura occidental
Todo lo anterior abonó la implantación de la agenda 2030 a nivel global, la cual promueve la destrucción total de la cultura occidental, la desaparición de las familias y de la autoridad paterna para educar a los hijos, la negación de cualquier idea religiosa o espiritual y, finalmente, todo rastro de la moralidad tradicional.
Desde la ONU la agenda 2030 se ha establecido como política de estado a todos los países del mundo, con coerción y discriminación si no se cumple la agenda global.
Efectos del adoctrinamiento comunista en los jóvenes
A medida que la moral de los niños y los jóvenes se vuelve laxa debido al adoctrinamiento de las nuevas ideologías, los problemas se van volviendo más complejos. Hacia 1980 se formaron pandillas, se incrementó el consumo de alcohol y de drogas, los embarazos y suicidios aumentaron.
Después de la masacre de la Escuela Secundaria de Columbine en abril de 1999, los tiroteos comenzaron a volverse algo casi cotidiano. A estas alturas ya era evidente un problema social demasiado grave entre los adolescentes, especialmente en EEUU. Pero en la búsqueda de explicaciones, no se cree que el tipo de educación impartida tiene alguna incidencia.
Descrédito de los maestros y educadores
Parte de todo lo que sucede es la pérdida de autoridad y dignidad de los maestros frente a sus alumnos. Ahora los maestros no son respetados por su conocimiento y dedicación. Se les considera simples funcionarios que cumplen una agenda doctrinaria. Esto además porque, muchos de ellos también han sido adoctrinados. Los pocos que se oponen a esto, son discriminados y dejados fuera del sistema.
Los padres, que antaño eran educadores natos, se han convertido en proveedores, sin mayor derecho sobre sus hijos. La educación de los niños e incluso las decisiones trascendentales de sus vidas, como un posible cambio de sexo, se encuentran en manos del estado. Esto ha llevado al desajuste familiar.
¿A dónde apunta este adoctrinamiento perverso dirigido a los niños y jóvenes?
Claramente se puede ver que el comunismo, -desde Marx- busca la destrucción total de la cultura humana. El ateísmo destruye las bases de la moralidad que sustenta el comportamiento recto para garantizar el funcionamiento de la sociedad.
Busca, a través de reescribir la historia, convencer a los jóvenes de que todos los grandes logros y conquistas del pasado no son más que hechos vergonzosos que deben ser ignorados, esto para destruir las raíces.
Busca enseñar que todos los de raza blanca son opresores, que los hombres patriarcales deben ser marginados, que las mujeres no necesitan del hombre para prosperar. Es por esto que todos nos miramos con desconfianza, y prevalecen el resentimiento, la envidia y la autocompasión como modelos de comportamiento.
Ofrecen la globalización como una salida a los conflictos provocados por ellos mismos. En esta se nos guía sobre cómo vivir y qué es bueno o malo, eliminando la capacidad de discernimiento.
Al despojar al individuo de la base de la espiritualidad, es fácil llenar este vacío con la ideologización de los medios de comunicación, redes sociales y charlatanes con apariencia de pensadores. Sin moralidad, los jóvenes son manipulables.
Escapar de la trampa comunista
Todos los padres de familia deben tener claro lo que está sucediendo en la sociedad y entender que se trata de una lucha por recuperar el bien, que se encuentra en los valores tradicionales de la cultura, la religión y los principios morales que rigieron a la humanidad durante siglos.
Así como la familia fue el eje de todas las sociedades a través de la historia, es también en la familia donde debe comenzar la emancipación.
Los padres tienen, más que nadie, la potestad divina para guiar a sus hijos desde la cuna, inculcándoles los valores que ellos heredaron.
Igualmente, durante la etapa de formación de los niños, deben ser conscientes de todas las influencias que reciben del exterior. Necesitan tener abierto un diálogo amable con ellos, para contrarrestar las ideas negativas que reciban, así como para reforzar las positivas. Nunca debemos olvidar que la familia sigue siendo el eje de la sociedad, sin importar que ahora quieran hacernos creer que no es así.
Pero también, además de la del comunismo, hay que escapar de otra trampa:` el liberalismo. Ambos son las dos caras de la .misma moneda : el materialismo. Hasta que no descubramos que somos algo más que materia porque tenemos alma, hasta que no tengamos la humildad necesaria para reconocer nuestro lugar, que no es ese antropocentrismo y demás despropósitos que lo único que hacen es confundirnos lamentablemente, no conoceremos la Verdad que puede guiarnos hacia el Bien para conocer la Belleza de aquella armonía que hubo el principio, no tendremos paz- “Bienaventurados los pacíficos porque ellos serán llamados hijos de… Leer más »