Alemania endurece el control de sus fronteras para detener la inmigración ilegal
Desde este lunes 16 de septiembre, entraron en vigor controles aleatorios en las nueve fronteras terrestres del país, en las que Alemania colinda con Francia, Suiza y Austria, por el sur; Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo, por el occidente; Dinamarca, por el norte, y Polonia y República Checa por el este.
Berlín sostiene que sus medidas buscan controlar la inmigración ilegal, tras un aumento de las llegadas —en particular de personas que huyen de la guerra y la pobreza de Medio Oriente—, así como actuar frente a la delincuencia tras los recientes ataques extremistas.
Pero también, llegan en medio de un aumento del apoyo ciudadano a la oposición de derecha identitaria y los conservadores en sus discursos antimigratorios.
Y aunque el auge de la derecha identitaria y su rechazo a la inmigración ilegal están influyendo en las tomas de decisión del Gobierno en materia migratoria, los identitarios germanos también ha criticado la medida, asegurando que se deberían rechazar incluso las solicitudes de asilo.
Hasta ahora, el Gobierno alemán ha señalado que se trata de un control temporal, de al menos seis meses.
“La dimensión, la intensidad, el lugar concreto y la duración concreta de cada control dependen entre otros factores del desarrollo de la situación y de las infraestructuras de transporte existentes sobre el terreno y, por ello, pueden tener diferentes características y dinámicas regionales”, indició el Ministerio del Interior.
¿Pueden los controles fronterizos frenar la inmigración ilegal?
Desde su anuncio, las medidas han suscitado preocupación entre los expertos en migración, que cuestionan su eficacia a largo plazo y sugieren que son más simbólicas que sustanciales.
Hans Vorlaender, presidente del Consejo de Expertos en Integración y Migración explica que los controles en las fronteras pueden tener un efecto disuasorio a corto plazo, pero usualmente las llamadas redes de contrabando encuentran nuevas rutas.
El experto considera que una solución más sostenible para los países miembro sería procesar las solicitudes de asilo de los inmigrantes en las fronteras exteriores de la Unión Europea (UE). Aunque esta opción también sido criticada por países como Italia, España o Grecia, que reciben gran parte de la inmigración irregular por sus costas y reclaman una política migratoria común.
En la última década, Alemania ha aceptado un gran número de refugiados de Medio Oriente, pero ahora se está gestando una reacción política, con un creciente apoyo al partido de extrema derecha, Alternativa para Alemania, que ganó su primera elección estatal a principios de este mes en Turingia y tuvo un fuerte desempeño en el estado de Sajonia.
El pasado junio, el canciller alemán, Olaf Scholz, prometió que el país comenzaría a deportar nuevamente a “criminales” de Afganistán y Siria, después de que un ataque con cuchillo por parte de un inmigrante afgano dejara un oficial de policía muerto y a otras cuatro personas heridas.
Otros expertos en temas migratorios, entrevistados por la agencia de noticias Reuters, destacan que estos controles fronterizos se están retomando en un momento en que Alemania ha visto una caída del 21,7% en las solicitudes de asilo en los primeros ocho meses del año. Y, recalcan, es difícil demostrar que esa disminución haya sido un resultado directo de un refuerzo de las medidas.
Además, los controles recientemente restablecidos se dirigen principalmente a los solicitantes de asilo que provienen de los países vecinos de la UE, invocando las reglas de Dublín, las cuales requieren que las solicitudes de asilo se procesen en el primer país de llegada del bloque comunitario.
Las nuevas acciones de las autoridades alemanas han sido descritas por estas como “controles inteligentes” o selectivos, que se llevan a cabo con recursos policiales limitados, por lo que corren el riesgo de conducir a la elaboración de perfiles raciales, advierten los expertos.
“Estos controles suelen estar dirigidos contra personas de color. Los estudios muestran que estos controles aleatorios pueden abrir la puerta a la elaboración de perfiles raciales”, resaltó Maximilian Pichl, profesor de derecho de asilo en la Universidad de Ciencias Aplicadas de RheinMain.
Los cuestionamientos de gobiernos de la zona Schengen
Además de las cuestiones migratorias, tanto los expertos, como gobiernos de la zona Schengen subrayan que reintroducir los controles en las fronteras comunes va en contra del principio de libre circulación de los países miembros de ese acuerdo, un total de 29 naciones.
Se trata de un sistema de fronteras abiertas que empezó a funcionar desde 1995, aunque se creó en la década de los 80.
La decisión unilateral de reintroducir los controles ha suscitado el rechazo de varios países europeos que forman parte de la zona Schengen.
Hungría acusó al Gobierno alemán de “destruir” ese espacio de libre circulación.
“Es Alemania la que está destruyendo (la zona) Schengen, primero al no obligar a los Estados miembros de la Unión Europea (UE) a proteger eficazmente las fronteras externas, y ahora al introducir controles en las fronteras internas”, afirmó el ministro de Gobernación de Hungría, Gergely Gulyás, el pasado 12 de septiembre.
Asimismo, el funcionario reprochó que en 2015 no se escuchara al Gobierno de su país, en referencia a la crisis migratoria de ese año, cuando Hungría levantó vallas en su frontera con Serbia para detener a los refugiados, lo que fue fuertemente reprochado en la región.
Por su parte, Grecia advirtió que “la abolición unilateral” del acuerdo de libre circulación no resolverá la crisis migratoria.
“La respuesta puede ser un compromiso justo sobre la protección de las fronteras europeas (…) No se debe tirar la pelota” a los países de primera línea, como Grecia, donde llegan primero los migrantes, subrayó el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, el pasado jueves 12 de septiembre.
La decisión alemana ha seguido generando duras reacciones por parte de los países vecinos, como Polonia o Austria. La semana pasada, el primer ministro polaco, Donald Tusk, calificó de “inaceptable” la medida, que considera una suspensión a gran escala del espacio Schengen.
Por su parte, el ministro austriaco del Interior, Gernard Karner, aseveró que la decisión es “ilegal” y que su Gobierno no aceptará a los inmigrantes rechazados por Alemania.