El nuevo ataque terrorista contra Donald Trump exhibe que la violencia en Estados Unidos “no conoce límites”
Así lo afirma la publicación británica ‘The Economist’ en un artículo el fallido intento de ataque contra el expresidente y actual candidato republicano suscitado el pasado domingo 15 de septiembre.
La nota, publicada el lunes 16 de septiembre con el título “Nuevo intento de matar a Trump genera temores de violencia política”, aborda el tema del presunto intento de asesinato que sufrió el abanderado republicado el pasado fin de semana, ubicándolo no solo como una extensión preocupante de la polarización política extrema que se vive en el país sino también de la dramática cultura de las armas de fuego y la violencia que impera en la sociedad estadounidense.
The Economist, además, recuerda que se trata del segundo intento de asesinato contra el expresidente y candidato republicano en apenas dos meses, luego de que el pasado 13 de julio un joven le disparara a la distancia durante un mitin electoral y no consiguiera matarlo por apenas milímetros, provocando un fuerte debate sobre los protocolos de seguridad entre los políticos de alto nivel en EEUU, además de una investigación parlamentaria sobre el mal desempeño del Servicio Secreto, cuya directora debió renunciar tras la falla de seguridad.
“El más reciente intento de asesinar a Donald Trump solo se descubrió cuando un agente del Servicio Secreto vio un cañón de arma que sobresalía de una cerca al lado del campo de golf en Florida, donde Trump estaba disfrutando de una ronda. Los agentes abrieron fuego y un hombre saltó de entre los arbustos. Huyó en un Nissan negro, dijo un testigo a la policía. El testigo fotografió la matrícula del vehículo y la policía pronto lo rastreó en una carretera interestatal, donde detuvieron al sospechoso y lo arrestaron”, explica la nota, que añade que los motivos de los atacantes no son claros, aunque sí señala que se trata de un hombre que estaba fanatizado con pelear del lado de Ucrania en el conflicto con Rusia.
El episodio, asegura el medio británico, “sacudirá nuevamente una campaña presidencial que en los últimos meses ha sufrido un shock tras otro. El impulso y la atención mediática que ha disfrutado la vicepresidenta Kamala Harris después de su fuerte debate contra Trump el 10 de septiembre competirán ahora con la cobertura de los antecedentes del sospechoso y la confusa pregunta de cómo otro atacante pudo haberse acercado a cien metros del expresidente sin ser detectado”.
El fallido ataque, agrega la nota, volverá a poner bajo un intenso escrutinio al Servicio Secreto, la agencia federal del gobierno de EEUU encargada de liderar investigaciones criminales de alto perfil, pero también de brindar seguridad a los líderes políticos de EEUU, un país con una extensa y sangrienta historia de magnicidios de presidentes, desde Abraham Lincoln hasta John Fitzgerald Kennedy.
Tras este nuevo intento de asesinar a Trump, la supervisión general de la administración Biden sobre la seguridad del expresidente volverá a estar bajo el microscopio, afirma el medio.
Cuando se le preguntó en una conferencia de prensa cómo un hombre armado había logrado acercarse tanto al campo de golf, precisa The Economist, el sheriff del condado de Palm Beach, Ric Bradshaw, dio una explicación que invitará a más preguntas: ‘Él [por Trump] no es el presidente en funciones. Si lo fuera, habríamos rodeado todo el campo de golf. Pero como no lo es, la seguridad se limita a las zonas que el Servicio Secreto considera posibles'”.
Hasta este año, apunta The Economist, era posible pensar que las inversiones en el presupuesto del Servicio Secreto y una actuación policial preventiva habían frenado la recurrencia en Estados Unidos de asesinatos presidenciales, de los cuales ha habido cuatro, así como los graves atentados contra presidentes y candidatos políticos.
“Pero así como el 6 de enero hizo añicos las ideas sobre la durabilidad de las normas constitucionales de Estados Unidos, los intentos de asesinato de Trump han dejado claro que la violencia armada en Estados Unidos no conoce límites”, concluye el artículo.
Ya no saben como promocionar a los políticos.