LLOC.- Dicen defender la libertad de expresión y cada día la desvirtúan más con sus furcias mediáticas, a sueldo de la plutocracia anglosionista; más una censura creciente en internet contra los disidentes.

Proclaman su amor por el respeto a la soberanía de los Estados, mientras por la trastienda promueven guerras de color, como el Euromaidan, o ataques de falsa bandera. O mantienen una putrefacta colonia de piratería, como la de Gibraltar. O instituyen un Estado Israelita, en tierras palestinas, sin que todavía nos hayan ofrecido una razón lógica para ello, que no sea la de los hechos consumados. Y en general, también someten incluso a los dirigentes políticos europeos a sus iniquidades.

Catalogan como aliados y amigos a diferentes países, al tiempo que les destruyen impunemente oleoductos, como el Nord Stream; u organizan revueltas disgregadoras y separatistas como en Cataluña; o ponen y quitan gobiernos a su conveniencia, como en Venezuela (porque Maduro es una de sus marionetas que los satura de petróleo; no nos engañemos).

Se les llena la boca con la palabra democracia, mientras amañan más que sospechosos pucherazos electorales por doquier, e incluso atentan dos veces en un corto periodo de tiempo contra la vida del candidato Trump a la presidencia de EEUU.

Con la excusa de velar por las minorías, nos imponen aberrantes ideologías “woke” que destruyen nuestros principios éticos más profundos y arraigados. O promueven mafias de inmigración ilegal, para incidir aún más en el destrozo de nuestra cultura, al provocar con ello serios conflictos sociales por incompatibilidad de ideas y costumbres.

La lacra anglosionista, integrada por élites yankys, inglesas e israelitas, ya hace más de dos siglos que viene convirtiendo al mundo en un infierno de supremacía y depredación, llevado a cabo -repito- por unas élites de Supremacía Blanca Anglosajona y Protestante, junto con el Sionismo. No son los únicos en ello, pero sí los principales protagonistas.

Nada que ver con el espíritu generador e integrador del Imperio Español de nuestros ancestros. Su idiosincrasia no es la nuestra, ni por asomo, por mucho que Hollywood se esfuerce en pintar la suya de color de rosa; sino, muy por el contrario, su idiosincrasia es diametralmente opuesta a la de la Hispanidad.

Despertemos a la realidad. Ya está bien de tragar con sus manipulaciones, mentiras y falsedades, entre las que la Leyenda Negra contra España se lleva la palma. Analicemos seriamente toda esa historia que tratan de desvirtuar y ocultarnos con su falsa propaganda; cosa en la que son verdaderos expertos.

Nuestro carácter como nación, por ejemplo, está mucho más próximo ideológicamente a los principios de la Rusia y Ucrania ortodoxas, que al de las despiadadas y depredadoras élites anglosionistas. Que no nos quepa duda.