Pornografía en la red
Después de que Cristo, en la cruz, derrotara para siempre el poder del «príncipe de este mundo» (Jn 12,31), el demonio – como decía un Padre de la Iglesia – «está atado, como un perro encadenado; no puede morder a nadie, excepto a quien, desafiando el peligro, se le acerque… Puede ladrar, puede tentar, pero no puede morder, excepto a quien lo desee». Si eres un tonto y te acercas al diablo y le dices: “Ah, ¿cómo estás?”, te arruinará. ¿El diablo? ¡A distancia! Con el diablo no se dialoga. Se le expulsa. Distancia. Y todos nosotros, todos, hemos experimentado cómo el diablo se acerca con alguna tentación, relacionada con los diez mandamientos. Cuando sentimos esto, ¡detente! ¡Distancia! No te acerques al perro encadenado.
La tecnología moderna, por ejemplo, además de tantos recursos positivos que deben ser apreciados, también ofrece innumerables medios para “dar oportunidad al diablo”, y muchos caen en ello. Pensemos en la pornografía en la red, detrás de la cual hay un floreciente mercado, todos lo sabemos. Es el diablo quien trabaja allí. Este es un fenómeno muy extendido, del cual los cristianos deben cuidarse bien y rechazar con fuerza. Porque cualquier teléfono tiene acceso a esta brutalidad, a este lenguaje del diablo: la pornografía en la red.
(Papa Francisco)