Cuatro grandes factores pesan poderosamente en pro de la neutralidad de España en un mundo que se vuelve cada vez más amenazante: la tradición en las dos últimas guerras mundiales; la desaparición del peligro soviético; la experiencia de las desastrosas guerras desatadas por la OTAN; la existencia del gran ámbito de cultura hispana.

La neutralidad en las guerras mundiales no solo reportó inmensos beneficios a España sino también, indirectamente, al resto de Europa. Y nos libró de la enorme deuda moral con el ejército useño e indirectamente el soviético, deuda financiera con Usa y tutela política de esta, contraídas por el resto de Europa occidental.

Al hundirse la URSS, la OTAN, incluida España, quedó sin el enemigo que justificaba su existencia. Pero en lugar de obrar en consecuencia, se transformó, de alianza defensiva, en organización ofensiva al servicio de los intereses de Usa y secundariamente Inglaterra. Intereses que para España se concretan en la invasión permanente del punto estratégico de Gibraltar, en bases militares que nos harían blanco en una contienda europea, y en la protección especial de la OTAN a Marruecos, único país que nos amenaza claramente, nos invade “pacíficamente” y hostiga nuestros intereses.

El carácter ofensivo y agresivo de la OTAN se ha manifestado en repetidas invasiones, directas o por medio de agentes, en Irak, Afganistán, Libia o Siria.

Al coste de cientos de miles de muertos, millones de desplazados, destrucción de países enteros, auge de los resentimientos contra Occidente y nada de la democracia invocada para las agresiones. Los gobiernos PP y PSOE han colaborado en todo ello, en abierto perjuicio de la democracia en la propia España.

La cadena de guerras ha culminado en la de Ucrania, que amenaza seriamente descontrolarse y extenderse hasta hacerse incluso mundial y nuclear. En una contienda tal, España serviría de carne de cañón en pro de los intereses concretados en Gibraltar. El pretexto, como el de las “armas de destrucción masiva” en otra guerra anterior, es un expansionismo de Rusia que carece de cualquier fundamentación real hoy por hoy y en plazo razonable. España, además, no tiene ningún conflicto con Rusia, y sí, y muy graves, con los supuestos “amigos y aliados” de la OTAN y su protegida Marruecos.

Ocurre, además, que el mundo se ha transformado profundamente desde principios de siglo. Las guerras de la OTAN han terminado en fracasos, ha resurgido un islam radicalizado y de conquista, ha surgido China como nueva superpotencia que amenaza la hegemonía de Usa; y Rusia, al revés que Irak, sí posee armas de destrucción masiva.

En esta compleja situación mundial, España debe más que nunca mantener o recobrar su independencia y libertad de acción, sin supeditarse a intereses ajenos. Máxime cuando el país se debe también al ámbito cultural hispánico, sistemáticamente despreciado por los gobiernos de PP y PSOE en beneficio de una dependencia hacia el mundo anglosajón.