La reina Letizia, tras abandonar su posición en la tribuna del desfile del 12-O.

Carlota Sales.- Se mire como se mire, el desfile de las Fuerzas Armadas de este año ha sido un auténtico desastre. La fuerte lluvia no es excusa para el bochorno vivido. Los únicos que han aguantado el tipo han sido los perros de la Unidad Canina, encima del capó, sin inmutarse a pesar del agua, sin resbalarse ni caerse… Sin embargo, ahí tenemos a la familia Real, que en cuanto caen cuatro gotas parece que estemos en máxima alerta (sólo se mojaban los pies). Una decepción, reflejo de lo que es la institución monárquica.

El jefe de protocolo, la niña y la consorte, en un corrillo, asustados por la lluvia; marcialidad nula, las líneas y triangulares ausentes, el braceo descoordinado; los paracaidistas, un desastre, los peores. Sin carros de combate, poca presencia de vehículos blindados. En fin, un desastre.

Para colmo ha desfilado hasta el tato, solo han faltado los memes, los agentes rurales y una representación del pueblo calé.

Las cámaras, entre tanto, enfocaban a las unidades que desfilaban sin simetría debido a la lluvia, a la consorte pendiente de no mojarse los pies, igual que la niña; el Rey, ausente del desfile debido a la lluvia… ¿Estos nos van a defender en caso de conflicto?

Me hace pensar en Putin y el Ejército ruso, desfilando en su Fiesta Nacional, sin ninguna protección, de forma impecable en medio de una torrencial nevada.

Una vergüenza que el día más importante de España, en el que tendría que haberse visto una exhibición impecable de las instituciones y cuerpos de seguridad del Estado, cuatro gotas de lluvia haga perder la compostura de esta manera a los principales representantes del Estado. De ahí mi admiración por la fortaleza y dignidad de Putin y el potencial ruso a través de sus soldados.