El socialismo español ya no puede esconder su pasado aterrador
El mundo cambia su opinión sobre Pedro Sánchez, al que ya mira como el gran corrupto de Occidente.
La manifestación masiva de ayer en Madrid fue contra el sanchismo, pero, por primera vez, fue también contra el PSOE, con igual intensidad. Los españoles cada día señalan más a los socialistas con el dedo acusador como culpables no sólo de habernos colocado a un corrupto peligroso e inepto al frente de la nación, sino de ser protagonistas de las peores desgracias que ha sufrido España en los siglos XX y XXI, entre ellas la Guerra Civil y la imparable decadencia.
La Memoria Histórica impulsada por los socialistas es un intento repugnante de tergiversar el pasado ocultando los innumerables crímenes del socialismo español.
Esa memoria histórica cargada de odio se está volviendo contra el socialismo español, cada día con peor reputación y más marcado por la huella del odio, la división del país, la exaltación de los delincuentes y la falta de amor a España.
Cuando los socialistas ocultan su terrible pasado, ofenden a los españoles, a los que considera imbéciles desmemoriados y a los que niega su inalienable derecho a conocer la verdad sobre un partido que posee una historia espeluznante de torturas, asesinatos, robos, traiciones y daños a España.
Los socialistas, acostumbrados a burlarse de la Justicia y a despreciar la democracia, niegan constantemente el principio de justicia democrática que obliga a los ciudadanos y a las instituciones, sobre todo a los partidos políticos, a asumir sus responsabilidades y las consecuencias de sus actos.
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De todas las políticas erróneas de la España del presente, ninguna es tan miserable y dañina como la Memoria Histórica. Aprobada como ley por el nefasto Zapatero, que fue autor, junto con Pedro Sánchez, de los mayores desmanes y errores de la España moderna.
El pueblo español reaccionó con brío contra aquella locura y otorgó al PP de Mariano Rajoy una sólida mayoría absoluta para que desmontara aquella barbaridad. Pero el PP, inexplicablemente, hizo suyos los vicios, miserias y traiciones del socialismo e inició su camino hacia la traición a los ciudadanos negándose a derogar aquella ley que pretendía nada menos que resucitar los odios y sufrimientos de la Guerra Civil, enterrando el que había sido el principal logro de la Transición: la decisión de perdonar, olvidando para siempre la memoria de la guerra e iniciando, juntos, la construcción de una España moderna más justa, democrática y decente.
En el pasado que la izquierda quiere ocultar hay cosas terribles, desde asesinatos y torturas hasta robos, violaciones y ríos de sangre derramada por venganzas y odios.
En lugar de escribir un artículo sobre las barbaridades intrínsecas de las leyes de Memoria Histórica y Memoria Democrática, impulsadas por Zapatero y Sánchez, todo un ejemplo de lo que no debe hacerse en un país que quiere conquistar el futuro, he decidido reproducir parte del artículo “La Memoria Histórica de los crímenes del PSOE”, publicado en OK Diario.
“El PSOE de Zapatero puso fin al Pacto de la Transición con su Ley de Memoria Histórica que Pedro Sánchez ha ampliado superando la bajeza de ZP. En la Transición, los españoles decidimos perdonarnos mutuamente los desmanes cometidos antes, durante y después de la Guerra Civil, en pos de una paz y una unidad que permitiera sanar nuestras heridas y mirar al futuro con esperanza. De ese modo, los herederos de los criminales de un bando pudieron sentarse junto a los sucesores de los asesinos del otro para pactar una Constitución sobre la que construir nuestra democracia. Ahora el PSOE, que gracias a ese pacto llegó al Gobierno en 1982, quiere reabrir heridas y cobrarse deudas de la guerra que ellos contribuyeron a provocar y que finalmente perdieron. Y a mí me parece que se equivocan, porque su partido tiene un pasado tan vergonzoso que deberían ser los más interesados en que se olvide. Pero si quieren que volvamos la vista atrás, habrá que darles ese gusto”.
El fundador del PSOE, Pablo Iglesias Posse, dijo el 7 de julio de 1910 en el Congreso de los Diputados que «tal ha sido la indignación producida por la política del Gobierno presidido por el Sr. Maura en los elementos proletarios, que nosotros hemos llegado al extremo de considerar que antes que su señoría suba al poder debemos llegar hasta al atentado personal». Quince días después intentaron asesinar a Maura descerrajándole tres tiros. En la mencionada sesión parlamentaria, Iglesias justificó la participación del PSOE en la Semana Trágica de 1909, donde causaron 78 muertos e incendiaron 112 edificios, 80 de ellos religiosos. En 1933 el socialista Largo Caballero creó los “batallones de chíbiris” entre las Juventudes Socialistas, grupos paramilitares que recibían instrucción de combate impartida por oficiales del ejército. En siete meses asesinaron a ocho falangistas en las calles de Madrid.
En 1934 el PSOE dio un golpe de Estado contra la II República por la victoria de la CEDA en las elecciones de 1933. El golpe triunfó en Asturias con las armas conseguidas por el socialista Indalecio Prieto. Allí se asesinó a unos 250 miembros de las fuerzas de seguridad, así como a 34 religiosos. Incendiaron la Universidad, el Teatro Campoamor, la Catedral de Oviedo, así como numerosos edificios religiosos. El 27 de enero de 1936, en un mitin en Alicante, Largo Caballero dijo: «Lo primero que tendremos que hacer es desarmar al capitalismo… El comunismo es la evolución natural del socialismo, su última y definitiva etapa… Si ganan las derechas, tendremos que ir a la guerra civil.» El 1 de julio de 1936 el diputado Ángel Galarza (PSOE) interviene en el Congreso dirigiéndose de este modo a Calvo Sotelo: «La violencia puede ser legítima en algún momento. Pensando en su señoría, encuentro justificado todo, incluso el atentado que le prive de la vida».
Doce días después, Calvo Sotelo fue secuestrado en su casa por un grupo que incluía a miembros de las fuerzas de seguridad, que lo asesinaron de un tiro en la cabeza abandonando su cadáver en el cementerio de La Almudena. El disparo lo hizo Luis Cuenca Estevas (PSOE) guardaespaldas de Indalecio Prieto (PSOE). A los dos meses del inicio de la Guerra Civil, los socialistas Largo Caballero y Negrín expoliaron más de 500 toneladas del oro del banco de España que enviaron a Moscú. Resulta imposible recoger aquí todos los crímenes cometidos por el PSOE que los españoles decidimos olvidar en el Pacto de la Transición, pero si insisten en reabrir heridas con su Memoria Histórica, deberán estar preparados para rendir cuentas por todos y cada uno de ellos.
Los dos bandos de la Guerra Civil fueron brutales, pero sólo uno ha intentado engañar a los españoles presentando al bando contrario como asesino y ocultando sus crímenes, que fueron superiores y más canallas porque comenzaron durante la paz, antes de que estallara la guerra fratricida.
Cualquier intento de regenerar España, cada día más necesario, debe incluir como premisa la derogación de toda ley que utilice el pasado para crear odio, como hace el socialismo. Y después debe afrontar el retorno a la filosofía más grande de nuestra política reciente, la del perdón y el olvido de las miserias y atrocidades del pasado, de las que fueron responsables los dos bandos, repudiando todo miserable intento de venganza por parte de los perdedores o de los ganadores.
Los socialistas, al apostar por el odio y la revancha, se han excluído del futuro de paz y concordia que España quiere y se han convertido en un grupo de gente manchada y degenerada.