El sanchismo, en reata, hacia el banquillo
Una cosa son las monsergas declarativas y otra los hechos judiciales. Una cosa la propaganda externa y otra la procesión por dentro. La que está en la vereda, y en reata, es la recua sanchista, uno tras otro y del ramal toda la parva, hacía el banquillo. Eso es lo que se divisa en lontananza, por muchas antojeras que quieran ponerse y mucha polvareda que levanten. Ese es el destino final de este camino. Y espera si no es también el que le toca incluso al que los sigue conduciendo del ronzal a todos.
El ruido declarativo y las baladronas repicadas por las corales trompeteras no podrán, a la media ni a la larga, no están pudiendo ni a la corta, ocultar la evidencia de los fangos ni las zurraspas de los enlodados.
Ahí está ya en capilla quien fuera conductor y copiloto de la caravana, el valido, el guardián y el señor de las llaves de los «calabozos» del partido y de las perras, José Luis Ábalos, que fue todo y ahora quieren hacer pasar como alguien que, por allí, y de casualidad, pasaba.
Bien sabido era lo suyo por quienes lo rodeaban y por quien ahí lo había puesto. Lo demuestra tanto el hecho de un apartamiento preventivo como el que lo protegieran con un escaño en el Congreso lo que proclama la complicidad culpable y el intento de ocultamiento.
El y su cachicán, el tal Koldo, tan solo harán que abrir la hilera, a la que irán sumándose en cada posta nuevos compañeros de «viaje». Ya asoman por el recodo ministros como el canario Torres, prebostes de ministerios y exconsejeros autonómicos y, como mascarón de proa de ese paso, Francina Armengol, ya mentirosa compulsada, con lo que se sobrepasará un listón que ayer mismo parecía insuperable. A la imputación del Fiscal General del Estado se añadiría la de la presidenta del Congreso de los Diputados. Y aguarda, aguarda, que aún puede alcanzarse el trío y el vértice del triángulo. Porque por una vereda que enlaza ya se viene a juntar a la tropa Begoña Gómez, la presidencial esposa, cuyo horizonte parece cada vez más despejado… para acabar procesada. Y si ello, se va, por aquí y por allá, engarzándose, puede acabar por señalar, ya lo señalan algunos en conversaciones y fechas decisorias y relevantes, con el «nº 1». O sea con Pedro Sánchez.
Este va a ser, está siendo ya, el escenario y el espectáculo que nos espera. Que no significa, eso también hay que decirlo con claridad, que, mientras, el susodicho no vaya a seguir en la Moncloa. Seguirá seguro y puede que los mil días que ha dicho, perpetrando a cada paso cuantos desmanes se le ocurran, como el de soltar a los etarras más sanguinarios que culminará ya en breve.
Den por descontado que va a mantenerse allí al precio que sea. Porque ya sabemos que lo tiene, y que cada vez será más alto, pero sepamos también que quienes lo cobran son quienes con más empeño lo van a mantener atornillado.
De ninguna manera van a consentir ni PNV, ni ERC, ni los puigdemones ni los bilduetarras, ni los yolandistas de la hiperventilada, ni ninguno de todas esas kábilas y, menos aún, quienes llevó en sus listas y le deben sus escaños y sus cargos, que tal cosa suceda. Ellos son los menos interesados en ir ahora a las urnas y los más sordos a la hora de escuchar al pueblo, que se decía antes. Nunca tendrán el chollo que ahora tienen.
Ellos pasan una tras otra, y en cada ocasión propicia, sus facturas en dinero y dignidad. Y, aunque en ocasiones esté hasta manchada de sangre, Sánchez las acepta y las visa… y las pagan España y los españoles.