Ahí un Rey, allí un Gobierno fallido
Sánchez esperó cuatro días para tomar medidas de ayuda a las víctimas de la catástrofe de Valencia con un único objetivo: acusar a Mazón de negligencia y que la izquierda se recupere en esa comunidad. Ha sido un mezquino cálculo electoral. Impropio de un presidente del Gobierno de España. La excusa para no hacer nada antes ha sido tan leguleya como antipatriótica y falsa: que Mazón no lo ha pedido. ¿Y? ¿Es que no llegan informes a Moncloa sobre lo que están sufriendo los valencianos?
El Estado tiene recursos suficientes para plantarse en las zonas afectadas, despejar carreteras, llevar alimentos y agua, limpiar las calles, retirar vehículos, y auxiliar y consolar a las víctimas, pero Pedro Sánchez no ha querido ponerlos en funcionamiento. Ha elegido prolongar el sufrimiento de los ciudadanos que han padecido la DANA con tal de erosionar al PP.
El modelo señalado por el sanchismo ha sido el del Prestige: aprovechar un desastre para mostrar la mala gestión del gobierno autonómico y favorecer su deterioro electoral. De hecho, Sánchez no ha activado el Plan de Emergencias, ni declarado el estado de alarma, ni convocado un consejo de ministros extraordinario. Su propósito era mostrar que Mazón es incapaz de resolver el problema por sí solo, y por eso dijo el sábado que «si necesita más recursos, que los pida».
¿En serio que el Gobierno de España no se atrevió a enviar militares y policías nacionales al lugar de la tragedia para evitar un supuesto choque institucional con un gobierno autonómico? Hablamos del mismo Ejecutivo que ataca a los jueces, al Tribunal Supremo, al Senado y a cualquier institución que se cruce en su camino, y asume las consecuencias. La verdad es que no enviaron fuerzas públicas porque no quisieron. Recordemos que Sánchez declaró el estado de alarma en Madrid en octubre de 2020 sin la petición de Ayuso. Es una cuestión de voluntad.
Es lógico que la gente esté cabreada. Tenemos un Gobierno que nos da la matraca con el cambio climático pero que, salvo quitarnos los cubiertos de plástico y poner molinillos en los montes, no ha hecho absolutamente nada. No se han construido infraestructuras para contener desastres naturales ni se han protegido las zonas pobladas. Pero sí ha habido dinero para campañas absurdas contra la «gordofobia», el bono joven y chorradas similares. Si el Gobierno está tan concienciado con el cambio climático, ¿por qué no ha previsto estás catástrofes de la naturaleza? Si ha sido «la inundación más grave que ha visto Europa en lo que va de siglo», como dijo Sánchez el sábado, ¿por qué no tomó medidas desde el primer día?
Es un Gobierno fallido, mentiroso, abrazado a quienes quieren romper el orden constitucional, preocupado por la tumba de Franco, las pajitas de plástico y otras memeces woke. Solo les interesa el poder. Ya pasó durante la pandemia de la Covid-19. Usó la tragedia para un estado de alarma que anuló la democracia después de haber dejado que el contagio se extendiera por la absurda y prescindible manifestación del 8-M. En aquel momento era más importante la foto con la pancarta y calmar las aguas entre Carmen Calvo e Irene Montero, que la salud de los españoles. Murieron más de 100.000 personas después de que el inútil de Fernando Simón dijera que «como mucho» habría «algún caso diagnosticado».
Sánchez pensó con la calculadora electoral y no ha cumplido su papel presidencial una vez más. La única nota positiva ha sido la imagen de Felipe VI escuchando a la gente y dignificando el puesto, y el comportamiento digno de la Reina Letizia. Sánchez nos avergüenza, pero no nos sorprende. Ese es el problema. Al menos tenemos a un Rey que funciona. Mientras el presidente del Gobierno se daba a la fuga, huía de la gente, de sus protestas y dolor, Felipe VI resistía, como haría todo persona de bien ante los desesperados.
La Razón