La cobardía de un traidor
Ramón Pérez-Maura.- Según el diccionario de la Real Academia Española, traidor es el que comete traición. Y traición es «Falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener». Las acciones de Pedro Sánchez el pasado domingo encajan perfectamente en esta definición. Es evidente que no demostró ni la fidelidad ni la lealtad que se espera del jefe de un Gobierno hacia su Rey. Ni aunque se empeñe en llamarlo jefe del Estado.
Los actos de traición muchas veces requieren de valor, porque normalmente implican una deslealtad a quien está por encima de ti en dignidad o gobierno y eso puede acabar mal para el felón. Pero en el caso de Sánchez vimos el pasado domingo como él es un traidor y un cobarde. Las dos cosas a la vez. Algo difícil de superar. Demostró su cobardía parapetándose detrás del Rey para hacer la visita a la localidad más castigada por las inundaciones. Y la ratificó al salir corriendo y dejar a sus Reyes solos para afrontar la ira popular que iba mucho más contra él y el presidente Mazón que contra Don Felipe y Doña Letizia.
Es fabuloso que Sánchez intente parapetarse en un «protocolo de seguridad» que le habrían aplicado sus guardaespaldas. ¿Tiene el presidente del Gobierno un protocolo distinto al del Rey? Por supuesto que no. Dice que le agredieron con un palo que en realidad alcanzó a uno de sus guardaespaldas. Pero no dicen nada del guardaespaldas de la Reina al que le hicieron una brecha en la frente y acabó con toda la camisa ensangrentada. Y la Reina, contra quien iba la agresión, siguió intentando hablar con las víctimas. Con bastante más valor que el traidor.
La Casa del Rey ya ha anunciado que la visita a Chiva que hubo que aplazar ayer se va a realizar. ¿Hará Sánchez otra visita a alguno de los pueblos afectados? Ahora puede demostrar su valor. Su traición el domingo ya es irremediable. Pero al menos puede intentar limpiar el deshonor de la cobardía acudiendo, con su escolta, por supuesto, pero sin el Rey, a visitar otra localidad a intentar hablar con las víctimas como lo hicieron los Reyes el domingo. Aguantando insultos y sufriendo intentos de agresión. Lo que pasa es que un traidor nunca conseguirá que quien ha empezado atacándole acabe abrazándose con esa víctima.
A mayor indignidad, tanto Moncloa como el PSOE echaron la culpa a la Casa del Rey diciendo que la visita era un error. Pues ya es casualidad que Sánchez que tiene al Rey siempre lo menos expuesto posible, le acompañe en una visita que es un error. Y el colmo es que se presente a Sánchez como víctima de una agresión y exija la condena del PP. Hacerse la víctima sobre los cientos de muertos valencianos es de una gravedad sin parangón.
Como católico no puedo terminar sin manifestar mi profundo dolor por el mensaje en la red X del presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Argüello, que termina diciendo «La agresión sufrida por el presidente del Gobierno de España merece una condena inequívoca». Yo no sé si lo que Sánchez sufrió el domingo puede describirse como una agresión. Lo que sí sé es que fue mucho menos agredido que los Reyes y que el presidente de la Generalidad. Y de esos no tiene nada que decir monseñor Argüello.