Sánchez pilló a Trump en la cama
Ramón Pérez-Maura.- Esta pareja de socialistas que son tal para cual, José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez, tienen mala suerte con los presidentes norteamericanos. Zapatero fue aquel que no se levantó al paso de la bandera norteamericana por el Paseo de la Castellana cuando éramos aliados en Irak y después su equipo en Moncloa y Exteriores despreciaba al presidente Bush en la certeza de que no sería reelegido. Yo también seguí esas elecciones de 2004 desde Nueva York y recuerdo mi risa descontrolada cuando al día siguiente el resultado final era no solo que Bush hijo había derrotado a John Kerry, sino que logró la que hasta entonces era la mayor victoria en número de votos de ningún presidente —le superaría posteriormente Barack Obama, uno de los grandes derrotados del pasado martes, pues fue decisivo en la candidatura de Kamala Harris. Supongo que no hace falta glosar el aislamiento en que quedó entonces España frente a Estados Unidos. Con Bush pasamos de que Aznar fuera a Washington más que a su casa de Las Playetas de Bellver, a que Zapatero fuese vetado por Bush y con Obama consiguió ser invitado a un desayuno de oración multitudinario al que se fue con una pléyade de periodistas para que vieran al proclamado agnóstico rezando por una vez en su vida —porque con Obama apenas lo vieron.
La primera relación del Gobierno Sánchez con la Administración Trump (2018-2020) pasó con más pena que gloria porque el interés de Trump por un Gobierno de su perfil era perfectamente descriptible. En cambio, con la Administración Biden estaban encantados y no dudaban que Kamala Harris iba a ser la continuadora de todas sus políticas izquierdistas. Como recordaban bien el ridículo de su maestro Rodríguez Zapatero asumiendo la victoria de Kerry que no llegó, esta vez han tenido la prudencia de no decirlo públicamente. Aprenden a palos.
Así las cosas, Donald Trump proclamó su victoria poco antes de las 2 de la madrugada y se fue directamente a su mansión de Mar a Lago después de la paliza que es una campaña presidencial norteamericana con días de tres mítines en tres estados, como la víspera de las elecciones. Y de ahí obviamente a la cama. Y en la cama le debió llegar una de las primerísimas felicitaciones que le llegaron que fue de… ¡Pedro Sánchez! Esta vez se ha dado prisa, no como con Javier Milei. Y ambos son aliados firmes. Pero es que claro que aprenden a palos. Yo no sé muy bien cómo va a conseguir encarrilar una buena relación con el presidente de los Estados Unidos un presidente del Gobierno español que está en el extremo opuesto de lo que ha defendido Trump en esta campaña —’wokismo’, LGTBI, memoria histórica…— y que gobierna con partidos que llaman a Trump directamente fascista. Porque no saben de qué hablan, claro. Mientras, Trump graba vídeos en apoyo a Vox y Santiago Abascal.
El lema electoral de Donald Trump ha sido Make America Great Again, MAGA. Para ello va a tener que poner en práctica políticas que superen la polarización que se ha impuesto en los últimos 8 años en Estados Unidos para lo que se podrían apoyar en las instituciones previstas por su Constitución que obligan a promover políticas consensuadas. Algo no muy distinto hay que hacer en España después de más de seis años de Sánchez. Claro que el sanchismo ha arrasado nuestra Constitución. Aunque no les oculto que ver a Trump pedir consensos resulta un tanto inverosímil porque es primar la esperanza sobre la experiencia, pero perder una segunda oportunidad es lo peor que se puede hacer. Esperemos que el presidente electo lo sepa.
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