Pésimos votantes
Los españoles votamos mal. No sabemos hacerlo. La carencia de visión es absoluta. Votamos guiados por las malas experiencias sin pensar en el futuro. Pensamos en la devoción a unos colores sempiternos o en la adscripción a una hermandad de penitencia o de gloria. Convertimos en costumbre inveterada la decisión del acto de votar. No hay alternativa. Somos esclavos de nuestro propio error. Así nos va. Ponemos al país en manos de destructores. Hay muy poca formación en la gente y demasiado sectarismo. Un cóctel explosivo.
En España no compra el voto quien se presenta como candidato. Lo tiene ya comprado el elector, lo disfruta en propiedad y usa de él como un acto de emulación e instrumento de placer. No se cambia el voto por la razón de echó raíces en nuestra estúpida y arcaica necedad, cometiendo el mismo error una y otra vez, aún siendo conscientes de no estar votando al mejor programa y a la candidatura más conveniente.
Se puede afirmar sin miedo a equivocarse que empieza una nueva era de la comunicación en España, tan aficionada a ir al rebufo de aquellas modas y novedades que nacían en otros países similares pero más avanzados. Pues no, en este caso y gracias a tener una de las mejores redes de fibra óptica del mundo, unido a la aparición de una pléyade de comunicadores independientes y además unido al pésimo trabajo que los medios tradicionales realizan, ha surgido una muy potente comunicación a través de internet y sus redes.
¿Qué ha ocurrido? Pues que esa nueva forma de transmitir información es limpia, clara, libre y valiente. No se manipula por el gobierno a través de ayudas, salvo las ya conocidas con clara vocación de libanabos favorables a la defensa del desastre. Aquí se cuenta, se opina y se discute en libertad, dándose más importancia al fondo que a la forma.
Las organizaciones políticas que mantienen en el poder al partido que perdió las elecciones, ya han caído en la cuenta y claman por amordazar a las voces discrepantes con multas, cierres y desconexiones, lo cual es imposible. Tendrían que desconectar todo el sistema de comunicación y traslación de datos, es decir, volver a la prehistoria para perpetuar en el poder lo que ya muy pocos quieren.
El monopolio de la verdad y su divulgación está, por primera vez en la historia, en manos de la ciudadanía y contra eso ya no hay quien pueda. Estamos ante una revolución pausada, paralela a todo lo que signifique control y manipulación de ese pueblo que salva al pueblo, cansado, y muy pronto viviremos en España lo que ya disfrutan en Italia, EEUU, Argentina, El Salvador, próximamente en Francia, Alemania… Aprendamos a votar y a controlar los verdaderos resultados. Puede conseguirse, de todos depende. Bienvenido sea.