Pedro Altamirano, en la sede de la ONU en Nueva York.

Pedro Ignacio Altamirano.- Con la imprudencia del desahuciado por su propio partido demócrata, y tras el varapalo recibido en la últimas elecciones de Estados Unidos ante un Donald Trump, dispuesto a liderar una verdadera revolución social, económica y geoestratégica mundial, Joe Biden se atreve a autorizar a Ucrania el uso de misiles de largo alcance contra Rusia, elevando el nivel de riesgo nuclear hasta niveles imprevisibles.

Rusia anuncia, como respuesta, la esperada: que se reserva el uso de armamento nuclear en el caso de que su seguridad territorial y del pueblo ruso estuviese en peligro.

En una primera reacción, un poco cobarde desde mi punto de vista, Estados Unidos y España cierran sus embajadas en Kiev. Vamos, que tiramos la piedra a los rusos y somos los primeros en salir corriendo y dejar a su suerte a los pobres y sufridos ucranianos. Todo muy ejemplar.

Hace unos días, un buen amigo y gran editor, me decía que quizás Rusia atacara España ante el desastre de gestión de la Pedro Sánchez con la OTAN, así como por otros motivos morales y éticos varios. Hoy mismo, una televisión rusa ha nombrado una lista de países europeos susceptibles de ser atacados en el caso de un conflicto nuclear, entre los que no se encuentra España, dando de momento valor a mis palabras.

Conozco bien al hermano pueblo ruso. Sé de su admiración, respeto y cariño al pueblo español. Sé, porque así lo he vivido, que nos consideran verdaderos hermanos y siempre recuerdan la lucha de los españoles contra el fascismo, del color que fuese. Hay que tener cuidado con la palabra “fascista”, tan mal utilizada hoy por tanto político sin opinión propia y que no son conscientes de lo que significa y significó el fascismo, como para usarla en un país que presume de ser democrático.

Son muchos más los motivos del cariño ruso hacia España, uno de los destinos preferenciales del turismo ruso. Conozco muchos rusos que han creado riquezas y puestos de trabajo en España, y que tienen a nuestro país como segunda residencia. Nos une la cultura cristiana, muy a pesar de los que, de forma continua, intentan derribarla y hacerla desaparecer, y un modo muy compartido de ver, sentir y vivir la vida.

No, Rusia nunca atacará España porque, además, no tenemos armamento nuclear, ni nuestro ejemplar ejército tiene capacidad alguna de atacar a Rusia; pero además, a la hora de movilizar al pueblo español contra Rusia, dudo mucho que nuestros compatriotas movieran un dedo contra un pueblo hermano.

Es justo ahora el momento de que Europa diga ¡basta! No vamos a llevar al continente europeo a un desastre nuclear por intereses de otros. No podemos seguir apoyando una guerra en la que nada ganamos y mucho estamos perdiendo. Los que tengan intereses estratégicos o económicos en la guerra que estén, pero que al resto no dejen en paz.

Además, pudiera pasar que Trump, cargado de razones, se canse de pagar la defensa europea y abandone la OTAN. ¿Qué vamos a hacer los europeos? ¿Mantener solos una guerra que no hemos buscado ni comenzado?

Estamos tan perdidos los europeos que capaces somos de ello. Solo espero que llegado el momento, los dirigentes españoles sean todo lo inteligentes que puedan y que, por una vez, piensen en su pueblo y abandonen la OTAN para centrarse en la defensa común europea. Llegado el caso, en la defensa del Mediterráneo.