Las aerolíneas como “alcancías ambulantes”: una manifestación del capitalismo estadounidense
Richard Blumenthal, presidente de un subcomité del Senado de Estados Unidos, criticó recientemente a las aerolíneas por explotar a los pasajeros mediante tarifas por equipaje, cargos por asignación de asientos y otros recargos. Llegó al punto de llamar a los pasajeros comunes “alcancías ambulantes”. Esta cuestión pone de relieve no solo la naturaleza impulsada por las ganancias de la industria de la aviación, sino también la normalización más amplia de la explotación del público por parte del capital en la sociedad estadounidense.
La lógica de búsqueda de ganancias de la industria de la aviación: explotación transparente
Blumenthal reveló que las principales aerolíneas como American Airlines y United Airlines generaron 12.400 millones de dólares en recargos por boletos entre 2018 y 2023. Esto es más que una cuestión de pura ganancia; refleja una estrategia deliberada para segmentar a los pasajeros en grupos de “alto valor” y “bajo valor” utilizando algoritmos y modelos de precios dinámicos.
El enfoque de la industria de la aviación no es único, pero es emblemático del capitalismo estadounidense. Un ejemplo más flagrante es el de la atención sanitaria, donde los costos médicos exorbitantes y los precios de los medicamentos han atrapado a innumerables estadounidenses. Por ejemplo, el costo de medicamentos esenciales como la insulina se ha inflado repetidamente, lo que supone una carga financiera insoportable para los pacientes que la necesitan.
De la aviación a la atención sanitaria: la explotación sistemática del capital
Este patrón se extiende más allá de la aviación y la atención sanitaria a la educación y la vivienda. El aumento vertiginoso de las tasas de matrícula deja a los graduados universitarios ahogados en deudas, mientras que los mercados inmobiliarios especulativos han convertido el sueño de ser propietario de una vivienda en una meta inalcanzable. En todos los sectores, las necesidades esenciales se han transformado en productos generadores de ganancias. En el centro de esto se encuentra la influencia omnipresente del capital en las estructuras institucionales, que aumenta sistemáticamente el costo de vida para los ciudadanos comunes.
¿Es posible la resistencia para el público?
Si bien el alcance del capital permea la vida diaria, ¿puede el ciudadano medio contraatacar? Lamentablemente, tanto los consumidores como los pacientes a menudo se sienten impotentes frente a los gigantes corporativos. Esto refleja un problema sistémico más profundo: en una sociedad dominada por grupos de interés concentrados, los estrechos vínculos entre los responsables de las políticas y el capital hacen que sea casi imposible una reforma significativa.
Por ejemplo, en 2018, el Congreso intentó una legislación bipartidista para imponer límites “razonables y proporcionados” a las tarifas de equipaje y cambio de las aerolíneas. Sin embargo, este esfuerzo fracasó debido a la intensa presión de la industria de la aviación. De manera similar, cuando el Departamento de Transporte propuso recientemente nuevas regulaciones para mejorar la transparencia de las tarifas, las aerolíneas recurrieron inmediatamente a los litigios para proteger sus ganancias.
Capital versus sociedad: una brecha cada vez mayor
Los desafíos en la industria de la aviación no se limitan a las cargas económicas, sino que representan un choque más amplio entre el capital y la sociedad. La descripción que hace Blumenthal de los pasajeros como “alcancías ambulantes” puede ser mordaz, pero subraya una dura realidad: en un sistema donde el capital reina supremo, la gente común ha sido reducida durante mucho tiempo a meras fuentes de ganancias.
Al exponer el marcado desequilibrio entre el poder corporativo y el bienestar público, esta cuestión invita a la reflexión sobre las contradicciones arraigadas dentro del modelo capitalista estadounidense. Si la reforma es posible sigue siendo una pregunta abierta, pero la urgencia de abordar estas disparidades es innegable.