David Sánchez: el desmemoriado
LR.- El pobre no se acuerda de nada. El hermano de Pedro Sánchez, músico conocido como David Azagra, nombre de la ilustre villa navarra en el Alto Ebro, protagonizó una comparecencia de sainete ante la jueza de instrucción de Badajoz, Beatriz Biedma, que le investiga por los presuntos delitos de tráfico de influencias, prevaricación y fraude contra Hacienda. Diríase que David Sánchez Pérez-Castejón y su abogado defensor querían reírse de la magistrada, porque el acto fue de traca. El «hermanísimo» asegura que accedió al puesto de alta dirección en la Diputación de Badajoz por una consulta en internet. Realmente suena a chiste que llegara a tal puesto a través de Google y, mucho más, sus lagunas de memoria. Aseguró desconocer dónde está la sede de la Oficina de las Artes Escénicas, organismo que en teoría él dirigía, ni cuál era su organigrama ni a quién debía reportar sobre su gestión. En plena amnesia, tampoco recuerda haber pedido teletrabajo, quién le sustituyó durante su excedencia y cuándo fijó su residencia en Portugal, concretamente en Elvas, donde tiene domicilio fiscal. «Viajo mucho y voy cuando lo necesito», dijo el hermano del presidente del Gobierno sobre este puesto virtual, aunque desde luego bien remunerado. Lo cierto es que este asunto revela dos aspectos: uno penal, en manos de los jueces, y otro político, que huele a claro nepotismo.
Titubeante y dubitativo, hete aquí al «hermanísimo» en una declaración increíble ante la juez pacense. David Azagra no recuerda cuántos días trabaja al año y se muestra olvidadizo de sus tareas laborales que, en su opinión, son itinerantes. «Trabajo todos los días, aunque no siempre en el despacho», manifestó el coordinador de los conservatorios extremeños, artífice de un programa de difusión de óperas capaz de emular a La Scala de Milán. Faltaría más, dado que según explicó su abogado defensor, Emilio Cortés, había realizado un máster en Milán y tenía que buscarse la vida. Nada de enchufes ni influencias por ser quien es, en Google cabe todo y los puestos de alta dirección se hacen así. Ironías aparte, el tema es serio. La jueza le investiga por presuntos delitos contra la Hacienda Pública, prevaricación y malversación en el marco de su contratación por parte de la Diputación Provincial. Frente a las acusaciones de absentismo laboral, el letrado Cortés declaró que la forma de trabajar de su defendido era «asfixiante». Teniendo en cuenta que no recordaba ni siquiera la sede de su despacho, este nuevo modo de empleo es todo un ejemplo a seguir.
Mientras los voceros de la propaganda oficial «sanchista» se afanan en decir que «no hay caso» y su hermano Pedro prepara una infumable reforma judicial para blindarle a él y a su señora Begoña, la investigación avanza y parece claro que existen irregularidades que los jueces decidirán y, desde luego, responsabilidades políticas. Conviene señalar el papel del presidente de la Diputación Provincial de Badajoz, Miguel Ángel Gallardo, que propició el grotesco puesto de trabajo para hacerle un favor al gran líder, quien luego se lo devolvió al favorecer su ascenso a secretario general del PSOE extremeño, tras la marcha de Guillermo Fernández Vara. No obstante, Gallardo dijo desconocer que David era quien era. También son destacables las declaraciones de los testigos que trabajaban en el Conservatorio sobre la destrucción de pruebas y desaparición de correos electrónicos.
David Sánchez Pérez-Castejón es el hermano pequeño del presidente del Gobierno. Nacido en Madrid, estudió Ciencias Económicas en la elitista Universidad Pontificia Comillas (ICADE). Sin embargo, su vocación musical le llevó a estudiar Composición y Dirección de Orquesta en el Conservatorio estatal de San Petersburgo, en Rusia.
Según Emilio Cortés, su abogado defensor, David tiene una sólida formación musical labrada en Estados Unidos, Lucerna, Milán y Siena, y ha dirigido óperas de renombre como el Fidelio de Beethoven y la Orquesta-Ballet del Teatro Mariinski, en Rusia. Asesor del Teatro Real de Madrid, el abogado insiste en que optó por el cambió de apellido, Azagra, para desvincularse de su hermano. «No tengo significación política más allá de mi conexión familiar», dijo ante la jueza de Badajoz. En su contradictoria y amnésica declaración tampoco recordaba cómo fue su entrevista de trabajo para el puesto de director de la Oficina de las Artes Escénicas y si tenía subordinados a su cargo. Lo único claro es que el «hermanísimo» aseguró haber accedido al puesto por internet, en quince minutos, mientras se tomaba un café. Qué arte, desde luego.