Normalmente, ante el terrorismo etarra, la gente, harta e influida sobremanera por casi cuarenta años de tópicos suele decir: “hay que intentar acabar con esta lacra” pero no se hacen la pregunta concreta, fundamental y que nadie quiere responder pero que ayudaría a terminar con el terrorismo:

¿Por qué existe ETA?

Ésa es la pregunta. Si logramos responderla con precisión sabremos entonces lo que hay que hacer para acabar con el terrorismo.

Son muchas las tensas conversaciones que he tenido con todo tipo de personas sobre el asunto de la banda asesina etarra (nacionalistas, defensores de la acción armada, policías, militares, políticos, amigos). Realmente, siempre constato en todos esos diálogos algo común a todas las personas: el miedo que lleva a no querer pensar sobre el origen de la gran tragedia que supone que en España sigamos teniendo –de forma incomprensible en un país de la UE o de la OTAN.- un terrorismo influyente –a veces decisivo- en la vida política nacional.

De hecho, después de tantos años, amnistías, guerra sucia, treguas y negociaciones, en el ciudadano, diría yo que manipulado aunque con buen intención, ha calado eso de que “algo habrá que darles para que dejen de matar” contribuyendo pues a otorgar cierta legitimación de la extorsión, el secuestro o el asesinato para conseguir empezar a negociar o, incluso beneficiarse durante las negociaciones.

Pero insisto, nadie quiere decirnos la verdad de la historia de ETA y la utilización real de la banda por parte de ciertos poderes. Porque si no, ¿cómo explicar tantas cosas de nuestra historia reciente como ése magnicidio preciso y fundamental para el origen del sistema actual nacido de eso que llaman “la Transición” y que debería conocerse como “la estafa” cuyas consecuencias vivimos ahora? ¿Cómo sino entender la sentencia reciente del TC legalizando a Bildu o el caso Faisán? ¿Cómo explicar la furgoneta de Cañaveras días antes del 11M y su confusa relación con la trama asturiana de la falsa dinamita? ¿Cómo entender precisas detenciones cuando interesa, o promesas rubalcabianas de “tendremos unas elecciones sin acciones de ETA”? Y viendo todo esto, ¿no parece que lo de la lucha etarra por ése etéreo independentismo marxista es un cuento chino al lado de las tareas tan importantes que se le encomiendan, desde ciertos despachos, a este terrorismo local, que pervive legitimado por ayuda extranjera como por comprensión ideológica de la izquierda que odia lo que España significa?

En mi novela ‘La tesis prohibida’ he utilizado documentación muy escondida para intentar explicar estas cosas tan graves –tan graves que muchos prefieren ignorarlas- y lanzo una teoría arriesgada sobre un posible origen de esas cloacas del Estado que tanto influyen desde muchos años antes de que mataran a Carrero… Normalmente, ante el terrorismo etarra, la gente, harta e influida sobremanera por casi cuarenta años de tópicos suele decir: “hay que intentar acabar con esta lacra” pero no se hacen la pregunta concreta, fundamental y que nadie quiere responder pero que ayudaría a terminar con el terrorismo:

¿Por qué existe ETA?

Ésa es la pregunta. Si logramos responderla con precisión sabremos entonces lo que hay que hacer para acabar con el terrorismo.

Son muchas las tensas conversaciones que he tenido con todo tipo de personas sobre el asunto de la banda asesina etarra (nacionalistas, defensores de la acción armada, policías, militares, políticos, amigos). Realmente, siempre constato en todos esos diálogos algo común a todas las personas: el miedo que lleva a no querer pensar sobre el origen de la gran tragedia que supone que en España sigamos teniendo –de forma incomprensible en un país de la UE o de la OTAN.- un terrorismo influyente –a veces decisivo-  en la vida política nacional.

De hecho, después de tantos años, amnistías, guerra sucia, treguas y negociaciones,  en el ciudadano, diría yo que manipulado aunque con buen intención, ha calado eso de que “algo habrá que darles para que dejen de matar” contribuyendo pues a otorgar cierta legitimación de la extorsión, el secuestro o el asesinato para conseguir empezar a negociar o, incluso beneficiarse durante las negociaciones.

Pero insisto, nadie quiere decirnos la verdad de  la historia de ETA y la  utilización real de la banda por parte de ciertos poderes. Porque si no, ¿cómo explicar tantas cosas de nuestra historia reciente como ése magnicidio preciso y fundamental para el origen del sistema actual nacido de eso que llaman “la Transición” y que debería conocerse como “la estafa” cuyas consecuencias vivimos ahora? ¿Cómo sino entender la sentencia reciente del TC legalizando a Bildu o el caso Faisán? ¿Cómo explicar la furgoneta de Cañaveras días antes del 11M y su confusa relación con la trama asturiana de la falsa dinamita? ¿Cómo entender precisas detenciones cuando interesa, o promesas rubalcabianas de “tendremos unas elecciones sin acciones de ETA”? Y viendo todo esto, ¿no parece que lo de la lucha etarra por ése etéreo independentismo marxista es un cuento chino al lado de las tareas tan importantes que se le encomiendan, desde ciertos despachos, a este terrorismo local, que pervive legitimado por ayuda extranjera como por comprensión ideológica de la izquierda que odia lo que España significa?

En mi novela ‘La tesis prohibida’ he utilizado documentación muy escondida para intentar explicar estas cosas tan graves –tan graves que muchos prefieren ignorarlas-  y lanzo una teoría arriesgada sobre un posible origen de esas cloacas del Estado  que tanto influyen desde muchos años antes de que  mataran a Carrero…