La inundación de la mentira
Lo que más llueve en España son mentiras. De eso no hay nunca escasez, ni restricciones, ni sequía. Mira que ha caído, y sigue cayendo, agua este marzo, pero la inundación que cubre todos y cada uno de los rincones del país es la del engaño. De eso sí que están todos los embalses llenos.
Es tal y tan persistente el diluvio, y eso es lo peor de todo, que nos hemos acostumbrado de tal manera a él, que, calados hasta los huesos, ya ni nos damos cuenta, ni nos parece afectar y para colmo lo tomamos como verdad y hasta cantamos sus excelencias.
Fíjense, por ejemplo, en la riada que no cesa de entrega y sumisión al separatismo. El enésimo perjurio ha sido el de la cesión de competencias de Emigración y fronteras. Era, y es, competencia exclusiva, del Estado, es soberanía del pueblo español y hasta anteayer ayer así lo proclamaban Sánchez y lo clamoreaban todos sus corifeos. Hoy ha dejado de serlo y mañana, Conde-Pumpido, sentenciará que no hay nada más constitucional que ello. El Tribunal Constitucional es la piedra filosofal del sanchismo. Solo que al revés, el oro lo trasmuta, ya no en plomo, sino en mierda.
Para preparar el puchero les basta con decir que no es «cesión» sino «delegación» y con ello, que resulta ser para los efectos exactamente lo mismo, los rebaños se comen tan contentos el pienso y los hay que hasta rebuznan de contento, aunque lo que se estén comiendo ya no sea ni paja, sino piedras. En los únicos pesebres donde sobra la cebada son en los de Puigdemont y Junqueras. Esos la tienen hasta el rabo y tampoco les falta, claro, a los amorrados a las cuadras de la Moncloa e islas adyacentes.
Pero son insaciables. Nada más empezar a rumiar esta ingesta y ya están pidiendo, de hecho ya lo han pedido, más y más grano. Ya han puesto al cobro el siguiente recibo, catalán en Europa, más y más dinero y la tarta con velas, del referéndum, con el que nos expropiaran, o sea, que nos lo robarán, el voto a todos los españoles.
Y todo, por supuesto, totalmente constitucionalizado por Pumpido y sus adláteres. Como los ERE, la Amnistía y lo que Sánchez les eche. Porque para que quede de una vez claro, en España es constitucional lo que Pedro diga y a su conveniencia. Un día puede no serlo y al siguiente serlo con todas las bendiciones y llevado en andas a los altares.
La riada de mentiras ha tenido, además, en este mes, un pico récord en la fecha señalada del 8-M, algo que parece ser ya costumbre. Porque las calladas por respuesta pueden ser, y aquí lo han sido, la mayor y más infame manera de intentar tomarnos por lo que cada vez más me temo que somos: una parva de gilipollas. La mudez absoluta, el ominoso y sepulcral silencio, cubierto encima de otros griteríos, sobre tres nombres impronunciables y de los que hablar es el peor de los pecados, los de Ábalos, Errejón y Monedero han sido la verdadera consigna de las manifestaciones.
En la procesión, y como cada año, también se ha procedido al entierro para que no quede ni una brizna en la memoria colectiva de aquella letal mentira, la de aquel año de 2020. Entonces, hagan un esfuerzo y recuerden, no solo se nos engañó utilizando todos los medios y altavoces diciéndonos que el Covid, que ya galopaba mortalmente desbocado, no era más que un gripecilla, como se decía, entre risas, por la tele y aseveraban el vocero monclovita, Fernando Simón, que aconsejaba el asistir sin problemas a la marcha y la entonces vicepresidenta Carmen Calvo, con aquella premonitoria frase, instaba a que a toda costa se acudiera porque «nos iba la vida en ello».
Aquello fue la puerta a otra gigantesca, atroz y cada vez más olvidada mentira: el ocultamiento de decenas y decenas de miles de muertos cuyo número hoy sigue sin saberse y que constituye una de las peores vergüenzas de este Gobierno. Y en este caso y por desgracia de buena parte de los medios de comunicación que ni entonces ni ahora cumplieron con el deber de informarnos o al menos de intentarlo.
El olvido, inducido, interesado y cómodo, es hoy la peor lacra de nuestra sociedad. Sumergidos en la mentira, la de mañana anegará a la de hoy y esta quedará al siguiente sepultada por la que ya está cocinándose, todo pasa y nada queda. Sánchez está demostrando que aquello de que no se puede engañar a todos y durante todo el tiempo, en España no vale. O al menos, y por el momento, que ya dura muchos años, él está consiguiendo que no valga.
Ese Sánchez supongo que es el que ha ganado todas las elecciones de España en los últimos cuatro años ¿O me equivoco? ¿O no es el okupa monclovita? Cinco presidentes lleva asesinados la anarquía en este país de Dios, uno más que en los USA. Por otro más seguiríamos siendo los campeones durante toda la Historia. ¡Ja, arre mula!