Insumisión de señoritos
Recientemente se ha aprobado una reforma del artículo 135 de nuestra Constitución para establecer un límite al déficit de las administraciones públicas. En principio parece razonable intentar controlar el gasto desmesurado fijando las reglas del juego que a todos nos vinculan. La izquierda más extrema se está encargando de tergiversar el contenido de la reforma, así como los objetivos que persigue.
Debo recordar que hace algo más de un año, Mariano Rajoy presentó ya esta iniciativa. Por supuesto no se le tuvo en cuenta y además el partido Socialista se dedicó a responder con sorna al ofrecimiento de ayuda que la propuesta suponía. Rubalcaba en concreto espetó al presidente del PP diciéndole literalmente: “¿no se le ocurre nada más original que sugerir? ¿así piensa usted frenar la crisis?”. Zapatero por su parte afirmó: “la reforma que propone el PP no tiene fundamento, ni eficacia ni capacidad”.
La coherencia del PSOE, ya bajo mínimos, ha vuelto a sufrir un fuerte varapalo. Ahora, obligados por unas circunstancias que demuestran su incompetencia absoluta al frente del gobierno y no pudiendo resistir más a las exigencias europeas, han aceptado aparentemente convencidos lo que denostaron hasta la saciedad. Comprendo que con políticos de este corte, se genere escepticismo.
Creo que se ha hecho lo correcto y el acuerdo alcanzado incluido en nuestra Constitución significa que la estabilidad presupuestaria y el control del déficit son herramientas necesarias. Se convierten en requisitos para el crecimiento económico, la creación de empleo y el mantenimiento de la sociedad del bienestar. Un endeudamiento excesivo acarrea unos intereses también excesivos que limitan la libertad de maniobrar y las decisiones políticas.
El discurso demagógico e insostenible de la izquierda durante estos años, que se ha basado exactamente en el principio contrario, se acaba de hacer añicos. Su filosofía discrepante del control del gasto, se ha ido al garete. Su mensaje de que para asegurar el bienestar hay que endeudarse hasta límites insospechados, ha convertido a España en un país al borde del rescate en el que peligran los más básicos derechos sociales.
Ahora el PSOE no tiene más remedio que guardar silencio. Pero todavía queda otra izquierda que no se amilana, que no se ha saciado de paro, de pobreza ni de marginación. Prefiere seguir explotando sus mensajes inútiles, a pesar de los cinco millones de desempleados. A pesar de las familias desahuciadas.
Esta izquierda llamada unida, a través de su portavoz en el Parlamento andaluz, se rebeló rasgándose las vestiduras. En el debate del jueves pasado, que trataba del respaldo a la reforma constitucional, decidió que los componentes de ese grupo parlamentario se convertían desde ese instante en insumisos con la Carta Magna. Como ya el artículo no era de su agrado, aseguraron que no estaban vinculados a esta Constitución.
Toda una demostración de respeto democrático. Fue ejemplar. No importaba que la reforma se hubiese llevado a cabo reglamentariamente. No importaba que la mayoría de los españoles, a través de sus representantes, expresaran su voluntad. No importaba que las Cortes hubieran refrendado ese acuerdo. Nada. A ellos no les gustaba y ese era motivo suficiente para la insumisión.
Les recordé que al tomar posesión del cargo prometieron, por su honor, ser leales con la Constitución. Les recordé que prometieron cumplirla y a hacerla cumplir. Me oyeron altaneros en su insumisión. Entonces les invité a dimitir como diputados puesto que estaban vulnerando el compromiso adquirido. Tampoco se mostraron dispuestos a seguir mis consejos. Les recordé que hay un grupo de indignados que protestan con pancartas en las calles y que entre ellos encontrarían su lugar.
Me miraban con desdén sorprendidos de mi petición. Preferían por encima de consideraciones éticas o morales, la insumisión de señoritos. La insumisión con privilegios. Violando promesas, protestando como los anti sistemas, pero cobrando el sueldo del sistema al que dicen no pertenecer.
La “coherencia” de la izquierda. Una vez más.
*Alcaldesa de Fuengirola y portavoz del PP en el Parlamento de Andalucía.