El sonido del silencio
Alfonso Merlos.- Cada día tiene peores encuestas pero mejor oído. Ha pasado del «Sin ti no soy nada» dedicado a Gil Lázaro en sede parlamentaria al «Sound of Silence» que ha intentado estampar contra Rajoy en su regreso al País Vasco. Pero más allá de sus episódicas y selectas referencias musicales, es dificilísimo avanzar con paso firme en el campo de la credibilidad cuando uno se pone la mentira por montera. Y más complicado aún cuando uno hace lo que anunció que nunca haría. Por ejemplo, lo de patrimonializar el final en falso del terrorismo.
O sea, a lo que todos sabíamos que se terminaría agarrando. ¿Qué es eso de que Rajoy le debe pedir perdón a Alfredo? ¿Qué es eso de que Alfredo es el garante de la paz? ¿Puede haber interpelaciones más falaces y que encierren mayor villanía? Pero en lo de ETA no queda la cosa. El aspirante socialista sabía que era falso que Rajoy no tenía programa, como sabe que es falso que el proyecto para la regeneración del PP contenga sonidos que son ambiguos o silencios que son trampas. Pero como se ha revelado en Álava, está en un callejón sin salida. Y el uso de la mentira como herramienta táctica y estratégica le ha proporcionado interesantes réditos. ¿Por qué cambiar ahora? Quizá por una razón. Si no da con la tecla de aquí al 19-N, Rubalcaba puede terminar, como escribieron para aquella canción Paul Simon y Art Garfunkel, «en inquietos sueños caminando solo/ entre el frío y la humedad».