No hay sujeto más peligroso que un tonto en ebullición
Ismael Medina/Reproducción de sus mejores artículos en AD.- Los españoles asisten impávidos a este descomunal desmoche de una España que creyeron realmente democrática y obnubilados por el bienestar económico de la política de los gobiernos de Aznar tras la hecatombe de los que presidió Felipe González.
No cayeron en la cuenta los populares, o la soslayaron, de la fragilidad del soporte político e institucional, derivado de una Constitución conscientemente desportillada por sus muñidores, una ley electoral amañada para favorecer los secesionismos, una politizada dependencia de la Justicia, un Tribunal Constitucional que ya con el caso Rumasa evidenció su inquietante dependencia del Ejecutivo, una corrupción galopante en cuya promoción se despatarraron los gobiernos del P(SOE)… Tampoco que la explosión del ladrillo tenía los cimientos carcomidos. Una exagerada alegría, favorecida por el sistema financiero, hizo que una mayoría de españoles, incluidos los pequeños y medianos empresarios y comerciantes, se endeudaran hasta las cejas. Resultó así que las cuentas del Estado volvieron a estar saneadas y que España logró con Aznar una brillante fachada interior y exterior. Pero no en lo sustancial.
¿Era consciente Aznar de la realidad descrita cuando, nada más ganar su primera elección por mayoría absoluta, anunció que no permanecería en el poder más de dos legislaturas? ¿O sus estrechas relaciones con la Casa Blanca y otros cualificados centros internacionales le hicieron ver lo imperativo de la alternancia en los gobiernos cada dos mandatos y los ritmos previsibles de los ciclos económicos? Pudo servirle también de aviso el estallido de los escándalos de corrupción durante el tercer gobierno de González, nada ocasional, que hizo posible el aplastante triunfo electoral del PP.
LOS ENTRESIJOS DE UNA CONSPIRACIÓN PARA PROMOVER A RODRÍGUEZ
LOS chamarileros y trepadores del P(SOE) acudieron diligentes a la celebración de los diez años de la elección de Rodríguez como secretario general. ¡Una década ya de idioteces, trampas, mentiras, ventoleras, descrédito internacional, contradicciones, desmantelamientos, rencores patológicos y ausencia de principios! Pero ahí sigue, mangoneando el partido a su antojo, y la esquizofrenia llega al punto de mecerle en la cuna de un homenaje estrambótico para ahuyentar de su nublada mente el fantasma de una depresión a la que le hace impermeable su llamado “optimismo antropológico”, paranoia de las gordas para un clínico o para cualquiera que no se deje engatusar por la adulteración del lenguaje. Tan eufórico se sintió Rodríguez que, ajeno por completo a la realidad, se encampanó: “Estamos mucho mejor, y lo vais a vivir”. Si se refería a los reunidos, entre los que se encontraba Bono al que quitó la silla, no les mentía. Mientras siga en la poltrona moncloaca y estén en sus manos las llaves de las alcantarillas todos ellos tendrán el campo libre para sus tropelías y alto bienestar, siempre y cuando le sean obedientes. No así la inmensa mayoría de los españoles, víctimas de su alocamiento.
José Luís Balbás, uno de los muñidores de la Nueva Vía y socialista despegado del reinado de Rodríguez, relataba en “La Gaceta” (“Así hicimos a Zapatero”, 23.07.2010) los entresijos de aquella operación sobre la que tanto se ha escrito. Se trataba de orillar a la vieja guardia y de reabrir el cauce renovador iniciado por Borrell y diseñado sobre dos líneas básicas de actuación: asumir “un proyecto político netamente socialdemócrata, moderno, moderado y equilibrado, atlantista y programáticamente Keynesiano en lo económico, sin dogmatismo alguno”; y seguir la estela de Blair. Relata Balbás que los componentes del pequeño grupo se movieron con agilidad y tesón para conseguir los votos decisorios en las federaciones con mayor peso electoral. No tenían candidato todavía para encabezar la operación del relevo al frente del partido. O eso dice ahora para ocultarlo. José Blanco se había incrustado entre los convenidos y, siempre según Balbás, trató de persuadirle de que el hombre idóneo era José Luís Rodríguez Zapatero, para entonces un sujeto casi desconocido, acomodaticio, burócrata silente y de biografía plana. Una incógnita, sin duda alguna, que a Balbás escamaba, según confiesa ahora. Pero el trabajo de captación dio sus frutos.
Presentado por Blanco y sus afines a las federaciones decisorias como poseedor de las características programáticas de la Nueva Vía, Rodríguez ganó la partida a Bono. Lo llamativo del caso reside en que Blanco, a más de otros, conocía de sobra los serios condicionamientos de Rodríguez para dirigir el partido. Y más todavía, que no comulgaba en absoluto con la línea ideológica promocionada por Balbás y algún otro para la Nueva Vía.
Todo lo ocurrido desde hace diez años da pábulo a la sospecha de que a Blanco le movían manos ocultas, además de una desmesurada ambición política que Rodríguez le ha premiado con creces. Nada insólito en un partido en el que la masonería ha ejercido y ejerce una influencia resolutiva.
MONTILLA CONOCIÓ DE ANTEMANO LA TRAICIÓN DE RODRIGUEZCA AL PROGRAMA DE NUEVA VÍA
NO tiene desperdicio la presentación que Montilla hizo de Rodríguez en la conferencia que, en el ámbito de los homenajes, le había preparado el PSC en Foro Barcelona. Recordó Montilla, que recién elegido primer secretario del PSC dialogó con Rodríguez en el periodo previo. La reunión se celebró en Esplugas de Llobregat, junto a Celestino Corbacho .Se habló “sobre sus objetivos y proyectos para el socialismo español”. También evocó Montilla que cuando Rodríguez entró en la sede del PSC le advirtió que entraba en la de “otro partido”. Ahora, en el foro Tribuna de Barcelona, redondeó ufano Montilla: “Escogimos bien”. ¿Sólo en lo concerniente al reconocimiento de Cataluña como nación y la transferencia masiva a la Generalidad de competencias del Estado?
Respecto de que Rodríguez albergaba ya la idea de convertir España en una confederación de “nacionalidades”, y de naciones en el caso de Cataluña, Vascongadas y Galicia, para empezar, no caben dudas. Ha sido desde el comienzo un eje obsesivo de su gestión como presidente del gobierno. “Apoyé el Estatuto por convicción”, remachó en el foro por si no estaba claro. Profirió asimismo que “no me siento responsable de la sentencia”. Y hasta el punto de no ocultar su decisión de sortearla y darle la vuelta en lo que más solivianta a los partidos secesionistas. La pregunta es obvia: ¿Si esa idea fija era anterior a su selección para acceder a la secretaria general del (PSOE) y contraria al programa de Nueva Vía descrito por Balbás, quién se la infundió y le ató de pies y mano? También la respuesta parece obvia: su vinculación al NOM hasta entonces escondida sobre la falsilla diseñada por David Rockefeller a la que tantas veces me he referido.
Tampoco fue casual que traicionara el programa socialdemócrata, moderado y atlantista promovido por los muñidores de Nueva Vía. Su desaire a la bandera de los Estados Unidos y su anuncio precipitado de la retirada de nuestras tropas destacadas en Irak no pueden explicarse, dada su trascendencia, como ocurrencia de un descerebrado, aunque lo sea. Coincidió con tres hechos relevantes: la sostenida campaña contra Bush dentro y fuera de los Estados Unidos, indispensable para la alternancia en la Casa Blanca; el radical antiatlantismo de Chirac, enfautado en una ya fantasmal “grandeur”; y el hábil doble juego de Mohamed VI para el que enfrentar España a los Estados Unidos supondría sustituir a nuestra todavía nación como plataforma militar norteamericana sobre el Estrecho de Gilbraltar y el Atlántico, amén de consolidar su posición en el Sahara ocupado a despecho de las resoluciones de la ONU. Fue consecuente que, nada más acceder al gobierno, sus primeras dos devotas visitas las realizara precisamente a Chirac y al sátrapa marroquí, quienes, cambiadas las tornas, marginaron a Rodríguez, salvo en utilizarlo como propicio títere a efectos económicos. El traidor se vio traicionado. Pero no rectificó. Se lo vedaban su incompetencia, su rencorosa paranoia y una congénita estulticia. También la obediencia debida a los poderes ocultos que fueron los que en realidad lo alzaron al poder “por accidente” bien calculado en sus efectos y en la manipulación artera de la sangre derramada contra el PP entre el 11 y el 14 de marzo, diseñada y dirigida por Pérez Rubalcaba.
UN TÍTERE DE LA ESTRATEGIA DISGREGADORA DE LA ONU
ESTÁ claro que Rodríguez fue programado en estancias del poder oculto para el primer ensayo a fondo de la estrategia disolvente del NOM en una nación europea. En un mundo en que prevalece la imagen sobre la calidad no era difícil fabricarle una atractiva a Rodríguez para su lanzamiento. Primero en el partido y luego al frente del gobierno asaltado. Fue sin duda un buen hallazgo publicitario lo del talante, encubridor de una personalidad ofuscada por acumulación de prejuicios, recelos y complejo de inferioridad. La más apropiada para la tarea de desguace a realizar, favorecida además por una desmedida y encallada adoración a su abuelo masón y fusilado. Su enquistado modelo rojo.
Rodríguez enlazó de inmediato con la Secretaría General de las Naciones Unidas, la principal plataforma operativa del NOM, no sólo en lo relativo a la destrucción de los valores morales de la sociedad y a una lucha enconada contra la Iglesia católica de la que forma parte la Alianza de Civilizaciones. Todas las acciones del gobierno Rodríguez destinadas a corromper la sociedad (aborto, homosexualidad, matrimonio entre maricones y lesbianas y capacidad de adopción de menores, Educación para la Ciudadanía, exaltación de la sexualidad hasta lo animalesco, neomaltusianismo extremo…) son un fiel reflejo de la estrategia de la Secretaría General de las Naciones Unidas y de sus agencias especializadas. Pero por poco que se explore, comparecen como colaboradoras financieras e instrumentales poderosas fundaciones como la Ford y la Rockefeller entre otras menos notorias. Un monstruo del que ningún país se libra. Ni tan siquiera los Estados Unidos de Norteamérica que con la llegada de Obama a la Casa Blanca ha introducido sin tapujos ese mismo cáncer. Ninguno de ellos, sin embargo, ha llegado todavía tan lejos como en España.
También se ha aplicado Rodríguez con obcecado apasionamiento a desmantelar España como Nación, si bien, recuerdo una vez más, la Constitución de 1978 propiciaba esta perniciosa deriva. Rodríguez, de otra parte, desconoce cualesquiera principios de Derecho, le importa muy poco vulnerar las leyes y usa del poder con mentalidad tiránica. Lógico su amancebamiento político con los sátrapas caribeños Castro, Chávez u Ortega. O con el gansterismo de los Kirtchner, igualmente embarcados en hacer el juego al NOM.
NUNCA DEJÓ RODRÍGUEZ DE NEGOCIAR CON EL TERRORISMO
ES innecesario insistir en la voluntad rodriguezca de ignorar lo que de negativo para el maximalismo nacionalista de Cataluña contiene la descabalada sentencia del Tribunal Constitucional. Está explicado con creces y él mismo lo ha ratificado con cínico descaro. Tanto o más inquietante es la confirmación por el propio Rodríguez de que el “proceso de paz” con el terrorismo etarra sigue adelante y nunca se cerró. Lo han ratificado los propios terroristas mediante un comunicado inserto en “Gara”, su plataforma mediática. ¿Precio a pagar? El pactado desde un comienzo y aún desde antes de que el P(SOE) asumiera el poder en 2004: el reconocimiento de Vascongadas como nación. El plan Ibarreche no se rechazó por convicción ni por apego a la ley. Era prematuro y rompía los tiempos del convenido “proceso de paz”. Mera táctica.
Tan resuelto está Rodríguez a entenderse con el terrorismo y sus variados respaldos políticos, incluido el PNV, que le importa un ardite disimularlo. Las excarcelaciones y trato favorable penitenciario a criminales etarras son algo más que un indicio. Forman parte, insisto, de un plan que nunca se interrumpió pese a que lo festoneó ETA con nuevos crímenes. La sórdida neutralización de la Asociación de Víctimas del Terrorismo era pieza obligada para amortiguar posibles e incómodas reacciones. También la campaña denigratoria contra Mayor Oreja y quienes, como él, denunciaban la continuidad de las negociaciones. O la ocultación sistemática por Garzón de la instructoria por el caso Faisán. Las detenciones de terroristas con el concurso de Francia se produjeron siempre que convenía desviar la atención de lo que se fraguaba en las sombras conspiratorias, con Eguiguren como enlace y la doblez de López como tapdera.
Las nuevas concesiones avanzadas por el P(SOE) a unas u otras minorías durante la sesión parlamentaria de chamarileros iban más allá de la mera compra de votos para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. La entrega de Caja Sur al BBK fue en realidad una operación política avalada por el Banco de España. La poderosa caja vascongada ampliaba su espacio de negocio al introducirse en Andalucía burlando las apetencias de Unicaja y de Griñán. Rodríguez no se retrae a la hora de traicionar también a los suyos. Asegura el Banco de España que la de BBK era la mejor oferta. Expertos en la materia sostienen que alguna otra ofrecía iguales e incluso mejores garantías. Rodríguez impuso su criterio a Fernández Ordóñez para apuntalar también en el ámbito financiero el soberanismo de la taifa vascongada. Siempre, como en el caso de Cataluña, para seguir succionando en el resto de España.
MONTAJE TRAMPOSO DE LOS TEST DE ESTRÉS A LA BANCA EUROPEA
RODRÍGUEZ impuso asimismo al Banco de España someter al examen del Banco Central Europeo el entero sistema financiero español. La contrariedad de Fernández Ordóñez ha sido visible. Era conocedor el gobernador del Banco de España que la mayoría de los gobiernos europeos habían hurtado al examen en torno al cincuenta por ciento de sus bancos, precisamente aquellos que difícilmente lo pasarían. Quien aconsejó a Rodríguez era conocedor de que no pasarían la fiscalización las cinco cajas con previsible saldo negativo. Pero que el revés se compensaría con la buena noticia de que nuestros bancos, sobre todo los dos grandes, pasarían airosos la prueba, subirían las cotizaciones en bolsa y podría presumir de que tenemos una banca sólida. Le habían puesto al corriente de la trampa. ¡Y vaya si la tenía!
José Ramón Pin Arboledas descubrió la falacia del amaño (“Cuadro de honor”, ABC 24.07.20109. “El test de estrés bancario es una simulación –denunciaba Pin-. Simulación que refleja como quedarían las cuentas de activo, pasivo y pérdidas y ganancias ante un “hipotético desplome del crecimiento económico, aumento de la morosidad, bajada del precio de activos”. El modelo del test se diseñó para salvar a la banca europea de los muy graves problemas que la acucian. Asistía la razón a Casimiro García Abadillo cuando la calificaba de “operación de imagen” en “El Mundo” (26.07.2010). Había que tapar la magnitud del descalabro financiero y el Banco Central Europeo se prestó solícito a la pantomima. Reprodujo las trampas que ya se habían hecho en los Estados Unidos. Economía ficticia en vez de economía real.
Los recelos se han extendido a los diarios económicos. Aportan cifras que desmienten el resultado del examen para los bancos europeos y también los españoles. Todos ellos están sobrecargados de deuda, del Reino de España en particular. Y los nuestros con un voluminoso depósito inmobiliario y morosidad que el examen obvió. Alguno apunta que el sistema financiero europeo precisa en torno a los 400.000 millones de euros para salir del atasco. Otro denuncia que el gobierno, contraviniendo de nuevo la ley, ha invertido el 85% de las reservas del fondo de pensiones en la compra de bonos de su propia deuda, al tiempo que vendía la adquirida de Francia y Alemania. Cierto que la rentabilidad de la deuda española es harto más alta que las restantes, incluida la griega. Pero se paga a costa de aumentar aún más el enorme volumen de esa deuda, acrecida por un disparatado gasto público que no cesa.
Las taifas en su conjunto suman 2.200 empresas públicas, 400 más que hace dos años. Cataluña se sitúa a la cabeza con 372, seguida de Andalucía con 350 y de Baleares con 169. No lo justifica la población, sino un pugnaz y faccioso intervencionismo que atribuye a dichas empresas funciones específicas de la función pública y de intermediación a cuyo amparo se beneficia a las empresas afines, se difuminan las responsabilidades, favorecen los enchufes bien pagados y facilitan la corrupción. También en ese periodo de dos años el número de funcionarios creció en torno a los 200.000. Somos el país de Europa con más funcionarios por metro cuadrado. Y prosigue la carrera de inflación en el empleo público, en vez de contener y reducir de manera drástica y a tenor de necesidades objetivas de rendimiento y productividad. El Estado y las taifas se han convertido en generosas y descabaladas agencias de empleo en las que prima la ley del embudo partidista.
EL CÁNCER QUE CORROE A LA ECONOMÍA
EL profesor Velarde insistía sobre el divorcio entre economía ficticia y economía real en un artículo titulado expresivamente “La gripe y el cáncer” (ABC, 26.07.2010). La economía real, venía a decir, está aquejada de un cáncer plagado de metástasis a cuyo tratamiento se aplican métodos equivalentes a los de una gripe. Recuerda Velarde que al romper la unidad del mercado español no se ha hecho otra cosa que agravar el cáncer, una de cuyas manifestaciones más perniciosas es el hundimiento de la competitividad, a la que acompaña la desconfianza de los inversores extranjeros. Y avanza una receta para curar el cáncer que, pese a ser conocida y caballo de batalla de múltiples economistas, merece la pena reseñar: “aceptar la energía nuclear; alterar el sistema de convenios colectivos; liquidar las disposiciones derivadas de las políticas intervencionista de las Autonomías; cambiar radicalmente nuestro sistema educativo para hacerlo permeable a una seria política de I+D+i; reducir el impuesto de Sociedades; eliminar las trabas institucionales a la puesta en marcha de actividades empresariales, que en España, como muestra la tabla 1.3 de «Doing Business 2010» (Palgrave Macmillan), incluso dejan chicos aquellos famosos estudios hispanoamericanos del economista peruano Hernando de Soto; poner en marcha una reordenación radical de nuestras infraestructuras de transportes y comunicaciones, y así sucesivamente”.
El problema es, sin embargo, de muy superior fondo al exceder del mero marco económico. La destrucción sistemática de los valores morales al servicio del NOM ha desguazado en la sociedad, y más todavía en la juventud, el amor al trabajo bien hecho, el espíritu emprendedor, la iniciativa creadora, la asunción consciente de los riesgos que conllevan la gran aventura de la existencia y la conquista de un futuro mejor. Aquello precisamente que asumimos varias generaciones en la durísimas circunstancias de los cuarenta, hizo posible la remontada contra viento y marea y cristalizó en el desarrollismo de los sesenta. Y es la recuperación de los principios morales, de solidaridad y de esfuerzo compartido la clave del arco para que sea factible un tratamiento efectivo del cáncer económico.
Escuché hace años a un ingeniero que lamentaba los disparates a que se había entregado uno de sus jefes: “No hay sujeto más peligroso que un tonto en ebullición”. Nos ha tocado uno de ellos al frente del gobierno. ¿Cómo no va estar España carcomida por el cáncer?