Santutxu es un hervidero de sentimientos esta mañana. La muerte de K. O. M., el hombre de 65 años acuchillado por un iraní sin causa aparente, ha conmocionado al barrio bilbaíno. Se trata de la luctuosa crónica de un suceso largamente anunciado.

La presencia en territorio español de miles de personas adscritas a una ideología que sacraliza el asesinato de ‘infieles’ tenía que tener sus trágicas consecuencias.

Que no se rasguen ahora las vestiduras los políticos que han expuesto a la población a situaciones de alto riesgo como la sufrida hoy en sus propias carnes algunos vecinos de la capital vizcaína. Sólo el azar estableció el linde entre unas víctimas y quienes podrían haberlo sido de haberse hallado en el lugar de los sangrientos hechos.

Con las sucesivas regularizaciones de inmigrantes procedentes de países como Irán, tan alejados de nuestro universo moral de valores, se estaba sellando al mismo tiempo la inevitabilidad de sucesos tan dramáticos como el de hoy. No valen pues lamentos ni falsas frases compungidas. La casta política española se obstina en conducirnos a un callejón sin salida cuyas consecuencias ya se empiezan a percibir en muchos rincones de la geografía española. Es la hora de revertir el curso de los acontecimientos con políticos y proyectos que garanticen la tranquilidad en las calles y que no pongan en riesgo la solidez de nuestra cultura occidental. Y una aviso para navegantes: ¿Alguien puede dudar de cuáles habrían sido las consecuencias si el iraní homicida hubiese dispuesto de medios más letales y sofisticados que un simple cuchillo para infingir el mayor daño posible?

Miedo y nerviosismo

Muchos vecinos se han enterado del trágico suceso en su lugar de trabajo y el nerviosismo todavía es patente entre su población. “Lo sucedido ha caído como una bomba en el barrio, imagínate. Ha matado a un señor de 65 años y ha herido a unos cuantos transeúntes”, ha comentado el presidente de la Asociación de Vecinos de Santutxu ‘Sagarminaga’, Eusebio De Miguel. “El susto es considerable y yo todavía estoy que no me lo creo”, añade.

Los vecinos de la zona lamentan que cualquiera podría haber sido la víctima. “El pobre hombre estaba tomando café y lo han matado”, advertía Luisa, residente en el portal situado junto a la estación de metro de Zabalbide.

“(El agresor) ha empezado a discutir con una pareja y ha ido calle abajo, si hubiera ido hacia arriba el primero con el que se habría cruzado era yo”, reconocía otro testigo. “Se ha recorrido la calle, ha sido macabro”, detallaba otra.

Tras herir de muerte a un hombre en un bar, el agresor ha sido reducido con una baldosa. “Le han pegado bien, yo iba con una azada y sólo pensaba en matarlo, en caliente solo pensaba en el mal que ha hecho”, lamentaba un obrero que trabajaba en las inmediaciones.